Lo siento. De corazón se lo digo. Y no porque se quedasen sin cantar el "Gijón del alma", cuya letras nos entregaron a la entrada de la plaza para entonarla cual "Danza prima"en hermandad. No sólo por eso.

Siento que tan solo media plaza, el día de Begoña, disfrutase de la tarde de ayer. Del éxito de La Quinta con una corrida de escándalo. De esos dos toros de vuelta al ruedo ("Mulero" y Berreón"), de ese tercer toro, bravo, "Tijereta", damnificado por las circunstancias que no vio asomar el pañuelo azul. Los otros tampoco, vale. Pero me entienden. Lo siento no poder disfrutar con la entrega y rotundidad de Fernando Robleño tras cortar tres orejas. Lo siento porque se perdieron la oportunidad de ver arrancarse al caballo a dos toros, en largo, al galope y por derecho. Por esa lidia de Ángel Otero al segundo y sus pares de banderillas al quinto, en compañía de Juan Cantora, incluso, por la espectacularidad con que prologan la suerte de los rehiletes David Adalid y Fernando Sánchez, de la cuadrilla de Castaño. Por todas esas sensaciones que sólo pudimos disfrutar los que acudimos a la plaza en fecha tan señalada. Lo siento.

De principio a fin la corrida de La Quinta convenció. En los corrales, las perfectas hechuras barruntaban el éxito. Su seriedad preveía las ovaciones que escucharon de salida quinto y sexto de la tarde. El nombre "Mulero" recordaba el mano a mano de 2013 y a Álvaro de la Calle que de sobresaliente pasó a primera línea para cortar oreja a otro toro del mismo nombre.

"Mulero" lo sorteó El Cid. Él mismo había metido la mano en el sorteo. Echó por delante el cinqueño que abrió festejo. De bonitas hechuras. Lo saludó a la verónica con gusto mas por encima del recibo de capote estuvo el quite por delantales y la media de remate. Un aliviado inicio faena de muleta finalizó con un pase de pecho eterno a la hombrera contraria que convirtió a Manuel Jesús en El Cid. Así, de golpe. Se desplazaba el toro con entrega y el torero de Salteras le pudo la pelea toreando con temple. Una vez se vio vencido el toro optó por rajarse. Cortó una oreja. Al cuarto lo dejó en largo al caballo. Arrancada de bravo y pelea en varas. El Cid fue hilvanando las tandas en faena in crescendo en interés. Se entregó el toro y "Mulero" respondió humillando y repitiendo hasta el final de viaje. Arrastrando el hocico y sin abrir la boca. Por el izquierdo era otro toro distinto. El de La Quinta volvió con brío a meter la cara sobre la diestra. La faena comenzó a decaer en intensidad y El Cid se fue a por la espada para cortar otra oreja que le abrió la Puerta Grande.

Después de "Mulero" saltó al ruedo su hermano "Berreón". Ovación de salida. Los dos toros de menos peso de la corrida fueron ovacionados. Eso es el trapío. Fin.

Robleño, que había cortado una oreja al deslucido segundo, de larga pelea en varas, en una labor de más a menos donde lo más destaco fue el saludo con el capote, salió a por todas en este quinto al que saludó de rodillas con una larga cambiada previa a templarse a la verónica y ganando terreno hasta los medias. Tras el éxito del segundo tercio de Otero y Cantora su jefe de filas brindó al público. Le dio distancia siempre en los cites. La espectacularidad en el galope, la embestida de bravo, la humillación en las telas... Robleño estuvo aun mejor que el toro. ¿Por qué? Lo sometió de principio a fin. Le puso la muleta por abajo, ligó las tandas y nunca dio un paso atrás. De frente, la pierna para adelante para invocar los olés de la plaza.

Probó por el izquierdo con colosales naturales doblándose por abajo. Todo muy torero. Pausado, templado... un toro de lujo. Volvió al derecho con un pase de las flores previo a otra tanda más. Trincherazos por abajo con empaque... la faena estaba hecha y más cuando se volvió a flexionar por abajo con "Berreón" que nunca se cansó de embestir. Como El Bibio presenta cuadro de indultofobia se fue tras la espada. Se tiró derecho, encima, el pinchazo no rompió el estoque de milagro. Estocada desprendida en el segundo encuentro. Dos orejas. Vuelta al ruedo. La Fiesta. Lo siento. De verdad.

Javier Castaño regresaba a Gijón con el recuerdo del año pasado y una peña además para darle la bienvenida. Una lástima que al romper el paseíllo no fuera obligado a saludar.

Lo hizo, desde el callejón, tras pasaportar al tercero a base de insistencia con el descabello. Fue otro gran toro. Bravo, colaborador y de nombre "Tijereta" que de no haber errado Castaño con los aceros hubiera recorrido el platillo con el tiro de mulillas. "Tijereta" fue un toro alto, o más alto que sus hermanos, que también ofreció sus cualidades desde el inicio de faena: humillación y repetición. Javier Castaño consiguió gustarse. El toro transmitía mucho a los tendidos por su prontitud y entrega al tomar la muleta. Incluso quedaba colocado pese al toque hacia afuera de Castaño que alcanzó la cota más alta de la lidia al enroscarse con el toro en un muletazo sinfín. La estocada fue fea, horrible. Como los descabellos. Quizás la ausencia de trofeos evitó la vuelta al ruedo del toro. Una lástima.

Salió el sexto con dos velas. Ovación en el arrastre y tras tomar dos puyazos en el caballo de Tito Sandoval que escuchó palmas tras el tercio. Castaño inició labor con la montera calada en el centro del ruedo. Hasta que el toro no le descubrió el peligro sordo que escondía no se manifestó. Se hizo presente con disfraz de angustia cuando persiguió a Castaño hasta tablas. Javier se echó a un lado. De otra manero lo hubiese reventado contra tablas. Dolorido de la mano. y pálido, blanco como la testuz del toro careto de La Quinta, se negó a ir a la enfermería. Dio una tanda más y se fue tras la espada. No fue suficiente. El Cid, también con la montera calada, en lo que interpreto un gesto de compañerismo, acabó con el de La Quinta tras golpe, o golpes, de verduguillo con Castaño camino de la enfermería donde el parte médico desvelaba que sufrió una "luxación interfalánquica del cuarto dedo de la mano izquierda". Se le inmovilizó. .

Javier Castaño estaba siendo atendido mientras Fernando Robleño y El Cid recogían la última ovación en su vuelta al ruedo en hombros. Tan cerca como estaba el mayoral de La Quinta para acompañarles en la salida... Una pena.

Robleño y La Quinta hicieron soñar a El Bibio con el futuro de otro tipo de corrida. Cuéntenlo.

Y digan que lo sienten.