En verano apetece viajar. Sobre todo, leyendo. Abrir un libro y subirse a un vuelo imposible. Por ejemplo, a través del tiempo. Aterrizamos en la Barcelona de 1888. Mayo. Un mes cálido de altas y bajas pasiones. Faltan pocos días para la primera Exposición Universal y a las urgencias de última hora se suma un suceso pavoroso: la aparición de varios cuerpos de mujeres despedazados. El horror está servido e inspira a Jordi Llobregat para urdir en El secreto de Vesalio (Destino) una novela que enlaza intriga y crónica social de una época con habilidad y un brío narrativo notable que dosifica los momentos más didácticos (en el sentido más periodístico) con los quiebros dramáticos que mantienen en vilo al lector. Protagonizada por un joven profesor lastrado por la culpa que regresa a Barcelona tras la muerte misteriosa de su padre para enfrentarse a un asesino sin conciencia y a la conciencia de su propio pasado, "El secreto..." recluta también a dos personajes que ayudan al protagonista en sus peligrosas pesquisas, un periodista en busca de la gran exclusiva y un estudiante de medicina poco convencional. Los tres se lanzan a una aventura con más sombras que luces que tiene como gran desafío encontrar un manuscrito anatómico de contenido explosivo y que, atención que vienen curvas, también quiere conseguir el asesino. Director del festival Valencia Negra, Llobregat debuta como novelista con una obra en la que demuestra haber sido buen lector y muy bien alumno. Aventuras, intriga, buenos personajes y recreación minuciosa de una época fascinante: feliz vuelo.
