Las vacaciones escolares son el periodo favorito de los niños y un quebradero de cabeza para muchos padres. Conciliar el trabajo y la vida familiar se vuelve más complicado si cabe durante estos meses. Si los progenitores trabajan, toca pensar con quién o dónde dejan a sus hijos durante su jornada laboral. Si pueden hacerse cargo de ellos durante el día, se enfrentan a diario a los retos de cómo llenarles el tiempo libre y conseguir que no se aburran, sobre todo cuando hace mal tiempo. Y según apuntan las previsiones meteorológicas, parece que las primeras semanas de agosto vendrán cargadas de inclemencias meteorológicas en Asturias. La respuesta a todas sus preguntas: los campamentos.
Cada vez son más los centros educativos y lúdicos de la ciudad que programan un calendario de campamentos urbanos durante toda la temporada estival. Conscientes de que en Oviedo no siempre hace sol durante los meses de julio y agosto, organizan actividades que permiten a los niños divertirse, con algo diferente cada día, sin tener que salir al exterior. "Llevo viniendo desde que tengo 3 o 5 años, ya no me acuerdo. Es genial porque durante todo el día estamos haciendo cosas que nos gustan", asegura Beatriz San José mientras corre a pintarse la cara para participar en un juego con sus amigos. Tiene 14 años y es la veterana del campamento del Palacio de los Niños. "Vienen desde los 3 a los 14 años, por eso los dividimos en grupos. Aunque tienen algún taller común, sus gustos y necesidades no son las mismas y tenemos que conseguir que se lo pasen en grande todos", explica el coordinador, Juan Pablo Preiti.
Ayer estaba lloviendo en Oviedo, pero no les importa. Han llegado a las 8.30 de la mañana, los madrugadores a las 7.30, y aunque es casi mediodía, están más activos que a las 5 de la tarde. "Este verano es al primero que vengo, pero ya he dicho en casa que quiero repetir. No lo veo como ir al cole, aquí no hay deberes ni cosas aburridas. Lo que más me divierte son los juegos y las excursiones", cuenta Jacobo Burgueño, de 10 años, mientras intenta huir de los compañeros a los que les toca perseguirlo en un juego. No solo los mayores ven esta actividad como un disfrute. "Mis papás trabajan y por eso vengo todo el verano. Pero me encanta porque puedo pintar y estar con mis amigas", explica Camino Jiménez, de 5 años, mientras se tira de un tobogán con su mejor compañía, Irene Suárez e Irene Ferrón.
Muy cerca de ellos, en Villaperi, un grupo de diez niños pasa su verano en otro campamento urbano. Aquí no hay grandes parques de bolas, ni separaciones por edades, ni horarios establecidos. "El centro educativo La Quinta'l Texu se basa en una pedagogía activa, no directiva. Nos basamos en el juego libre, respetando los intereses, los ritmos y las necesidades de los niños", explica Ana Matrán, monitora y responsable del proyecto Candengues, que se encarga del campamento.
Al entrar en esta antigua casona, solo se escuchan voces de algunas niñas comentando una lectura y risas de otras que saltan y bailan al ritmo de la música. "Estoy haciendo un dibujo para mi tío. Le pongo besitos porque llega hoy de Tailandia", indica Lara Menéndez sin levantar su mirada del papel coloreado. "Puedo jugar a las cocinitas, con el agua y la arena fuera, bailar..." dice tímida Vera López. "A mí también me encanta bailar", le interrumpen al unísono María Menéndez y Alba Sanz. Parece que de campamento, ni la lluvia estropea el día.
