La colombofilia y la fiesta de Las Piraguas son dos de las grandes pasiones del piloñés Ramón Fernández Meana. Este trabajador de la construcción de 45 años pudo aunar las dos justo hace ahora una semana. El motivo: fue el encargado de la suelta de palomas durante el 80º Descenso Internacional del Sella. El comité organizador de la prueba (Codis) que se desarrolla entre Arriondas y Ribadesella quiso simbolizar el espíritu de la paz con motivo de tan señalada fecha y encontró en este vecino de Coya a su aliado perfecto.

"Fue todo pura casualidad. Yo estaba de vacaciones en Alicante cuando dos semanas antes del Descenso dieron el aviso desde el Club Colombófilo de Siero del que formo parte porque no encontraban gente. Y es que lo normal es hacer la temporada de vuelo en primavera y que a estas alturas queden pocas adultas por extravíos, pero yo me había tomado justo un año sabático y tenía unas cuantas", cuenta. A la semana ya estaba de vuelta de su descanso y no dudó en poner sus aves al servicio de la fiesta a la que dio forma un paisano suyo, Dionisio de la Huerta.

"Imagínate, aquí en Coya vivía su familia. El primer descenso en piragua lo hizo desde aquí y por eso todos los vecinos vivimos muy intensamente desde jóvenes la celebración, que nunca nos perdemos. Fue un honor que mis palomas volaran antes de la salida como ya ocurrió en 1948", apunta. En total, soltó 75 palomas que en poco más de veinte minutos estaban de vuelta en su palomar de Coya. Todas menos una. "No sé si quedó de folixa, aunque lo más probable es que acabara en las garras de algún halcón, que hay muchos", reflexiona el piloñés, que trasladó la noche antes a los animales hasta Arriondas para evitar aglomeraciones de tráfico. "Al principio no querían salir, ver tanta gente me impresionaba hasta a mí", bromea el encargado de hacer la suelta desde el paseo de Dionisio de la Huerta en Arriondas.

Fernández cría palomas desde los 12 años. La afición fue una herencia de su tío Ramón Fernández, que aún atesora numerosos diplomas que dan cuenta de sus triunfos en diferentes competiciones de suelta de palomas del país. Cuando los demás niños se entretenían jugando al balón, él pasaba el tiempo ensimismado en el palomar del pariente. Allí, medio jugando, aprendió que la comida preferida de sus amigas era el maíz, el trigo o la cebada, que su hora de vuelo favorito era a primera hora de la mañana .