Uno de los edificios de la avenida de Alemania guarda un secreto. Detrás de los grandes ventanales, amplias habitaciones se derriten con tanto calor. En uno de los espacios, Iván Rotella, sexólogo avilesino, da una charla ante más de una veintena de chavales expectantes. La habitación, decorada con todo tipo de artilugios sugerentes, tiene una televisión. Se emite una película sexual. La mujer de Rotella, Ana Fernández, va al piso de arriba. Allí reparte un brebaje rosa mientras sostiene una fusta. Pero nadie saldrá malherido, solo van a hablar de quererse. Esta solo es una de las nueve casas que ayer sirvieron de escenarios al Festival de Andar por Casa, en el que participó medio centenar de jóvenes. En este certamen, nueve personas abren sus casas para que el resto pueda disfrutar de la música, los juegos o el teatro mientras van en bata, pantuflos o zapatillas.

El festival celebró ayer su séptima edición. La idea surgió cuando un grupo de amigos vistió Austria y, a raíz de los actos culturales que vieron en ese país, decidieron trasladar la iniciativa a Avilés. "En Viena, vimos que esos festivales no se podían celebrar en Avilés, pero que le podíamos dar un toque diferente, así como de andar por casa", señala Zulema Cadenas, participante en esta edición, quien afirma que de ahí nació este evento y el posterior colectivo organizador "Como Pedro por su casa".

El certamen comienza en la plaza de Alfonso XI, anexa al Valdecarzana. Tras unos minutos para que los participantes se conozcan, llega el momento de dividirse en tres grupos diferentes. Cada uno de ellos irá a tres casas en el intervalo de 9 a 11 de la noche. Uno de los organizadores de este curioso festival, Ignacio Hernández, comenta que la iniciativa es para pasar un buen rato con los amigos y demás gente que quiera apuntarse. "Todos nuestros amigos y la gente que no conocemos tenemos una forma diferente de divertirnos, nos lo pasamos muy bien", asegura.

Otras personas van por tener un momento y además añaden que es una nueva forma de hacer turismo. "Cuando entramos en las casas, a veces quedamos alucinados porque hay algunos edificios antiguos que son joyas", indica Ramón Corte, riéndose mientras habla del "cotilleo" de entrar en casas ajenas. No son pocas las personas que dejan entrar en las casas a este nutrido grupo de jóvenes. Cada vez son más las personas que abren las puertas de sus domicilios para que los que quieran puedan disfrutar de un rato agradable. Paula Nieto, participante en el festival, dice: "En las primeras ediciones es verdad que nos costaba más atrapar a la gente para que nos abriera sus casas porque no entendían muy bien qué era este festival. Ahora que vamos por la séptima edición, ya no tenemos muchos inconvenientes", finaliza, Nieto, vestida para la ocasión.

Las rutas pasan por diferentes tipos de casas y, por lo tanto, de actos. Las tres tienen nombres tan peculiares como esta extravagante fiesta: "Doña María de los pucheros", "Doña Elvira de los remedios" y "Doña Amalia de los cuidados". La risa no falta en esta original actividad, que se ha consolidado como uno de los atractivos dentro de la oferta cultural avilesina. "Cada vez somos más y nos lo pasamos mejor, la gente va conociendo la existencia de este festival y vamos creando un gran grupo", explica Alexia Fernández. Desde una transformación psicomágica a bailes y conciertos de ritmos latinos. El "cartel" del festival se complementa con teatro, literatura, charlas con cafés, exposiciones de pintura o comidas y juegos africanos. Cabe destacar que las personas que "alquilan" sus casas, no siempre son los encargados de llevar a cabo el evento. Algunos la dejan de forma altruista para hacer un espacio libre para la diversión.

El traje oficial del festival es el pijama. Otros, más atrevidos, se atreven a ir descalzos para hacer honor a eso de "andar por casa". En esta edición, la organización rinde homenaje a las mujeres. "Queremos hacer ver que las mujeres tienen un lugar importante dentro de la sociedad y este año todas las acciones van para ellas", comenta Ignacio Hernández. Este año el evento cuenta con varias peculiaridades. Las guías del cada uno de los grupos en los que se divide la festividad están acompañados de sus madres para darles visibilidad a lo antes señalado por Hernández. Además, cada guía lleva una figurita en forma de virgen. Esta ritual tiene una explicación. Cuando termina el festival, los tres grupos se vuelven a reunir a eso de la medianoche en la plaza de Alfonso VI. Allí comienzan una especie de ritual de la queimada. En el ritual del fuego, denominado "Aquelarre final", las pequeñas figuritas religiosas se convierten en brujas y los presentes animan el evento con una fiesta en los bares más populares de Avilés.

Este divertido festival, donde se puede tomar una cerveza en bata por la calle o salir en zapatillas reivindicando su derecho de que quiere "andar por casa", promete seguir captando público en años venideros.