A Javier Azpeitia, ganador del Premio Espartaco por "El impresor de Venecia", le une un vínculo especial con Gijón: "Para mí la 'Semana negra' es fundamental porque cuando yo era un chavalín y nadie me leía, ellos rescataron mi novela 'Hipnos' y recibí el Premio Hammett", explica el autor. "Me lanzó la 'Semana negra', y eso que no he sido nunca escritor de novela negra".

Durante sus investigaciones sobre Aldo Manuzio, el personaje que le llevó hasta el Premio Espartaco, Azpeitia quedó embelesado rápidamente: "Desarrolló su carrera como impresor en Venecia y me fascinó darme cuenta de que su pelea era exageradamente igual que la de los editores actuales. Se enfrentó a un cambio de paradigma del libro, igual que nosotros con la lucha entre la lectura en papel y en digital", cuenta. Según sus pesquisas, el histórico personaje "inventó el formato de bolsillo. Con amplios márgenes, tipografía romana y hechos con piel". Así, "la lectura se convirtió en lo que es ahora, el rezo pagano. Escuchamos con los ojos a los muertos", asegura Azpeitia.

El escritor, amante de los libros, sigue editando, pero "como un juego". Y mientras trabaja en su próxima obra, sobre Eurípedes, asegura que hay pocas sobre el amor y la comunicación. "Los novelistas, los históricos, intentamos hablar con voz ajena, que hablen los muertos" , cuenta. "Los libros son la meditación moderna".