Muchos de los que van a Naves buscando una de sus joyas más emblemáticas, la playa de Gulpiyuri, se quedan a veces sin entrar a este pequeño y precioso pueblo llanisco y, por tanto, sin disfrutar allí mismo de algunos de los platos más representativos de la cocina asturiana. Porque Naves es un pueblo muy guapo, con construcciones tradicionales; lleno de colores y de flores, con rincones muy cuidados y pequeñas calles que invitan al paseo y a disfrutar de la tranquilidad, entre idas y venidas a las playas, o bien a las numerosas romerías que a lo largo del verano tienen lugar en el oriente asturiano.

Cuando el hambre apura y el calor aprieta, nada mejor que acercase hasta uno de los locales que, en la plaza del pueblo, ofrecen sombra, buena comida y descanso al viajero que busca disfrutar de la buena gastronomía asturiana. Este es el caso del bar Ludi, cuyos fogones dirige con mano experta Ludivina Barrigón García desde el año 2000. Dentro, una gran foto de su hijo, Alfredo García, experto surfista que ha recorrido el mundo practicando este deporte, reina en la pared del bar que, para los que gustan de comer al aire libre, cuenta con dos terrazas. La capacidad del local en total ronda las 70 personas.

Entre algunos de los platos que le han dado fama y que Ludivina Barrigón borda cuando es temporada está el rollo de bonito, uno de sus platos estrella, aunque también es cierto que aquellos que prueban sus garbanzos con pixín y langostinos lo repiten siempre que pueden, haga frío o calor. También es bien conocido su «bonito a la llanisca», sin que falten, igualmente, platos tan tradicionales como el pote o la fabada asturiana.

En cuanto a los pescados, en el bar Ludi nunca faltan los habituales de temporada, por lo que cuentan con una importante carta, sin olvidar, asimismo, el marisco. Luego cabe destacar que cuenta con un menú diario generoso donde el cliente puede elegir entre cinco primeros y cinco segundos, con cosas tan ricas, por ejemplo, como los macarrones con almejas, parrochinas, bocartes, carne guisada, lomo con patatas, pitu caleya, los propios garbanzos con pixín y langostinos o, los que quieran mantener el tipín, ensaladas variadas. Los golosos no se quedan aquí sin postre y pueden optar, entre otros, por arroz con leche, «mousse» de limón, flan o tarta de queso. El resultado final es una buena comida y, además, en un pueblo precioso, lleno de encanto, donde perderse es un lujo reservado a los que buscan su pequeño paraíso de cada día. Y luego, un baño en cualquiera de sus estupendas playas.

Garbanzos con pixín y langostinos, en el bar Ludi, en Naves. | a. paredes