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La alegría de la huerta

El fisalis se cuela en los mercados semanales

El dulce fruto sudamericano se extiende con éxito por la tierra asturiana

Fisalis a la venta, ayer, en la plaza del Fontán (Oviedo). MARIOLA RIERA

El fisalis llegó a Asturias hace unos cuantos años y lo hizo para quedarse. Este fruto sudamericano -rico en antioxidantes, bueno para la vista y bajo en azúcar- comenzó a cultivarse de forma profesional hacia 2012 (en Valdesoto, Siero, se estableció una de las mayores plantaciones de España) y poco a poco se ha extendido a las huertas particulares y a las de aquellos agricultores que, sin cultivos a gran escala, venden sus productos excedentes por los mercados de toda la región. Pues ahora, en sus puestos, junto a los habituales calabacines, lechugas, tomates o pimientos, ya se puede encontrar a la venta este curioso y dulce fruto, aún desconocido por la mayoría.

La cuestión es que el fisalis (o physalis) ha encontrado en Asturias unas condiciones idóneas para crecer, ya que no necesita excesivo calor. Aunque muy delicado, las plantas arraigan bien en la tierra y tienen un secreto: carece de temporada concreta de recolección. De tener buenas condiciones, pueden aparecer pequeños fisalis durante todo el año.

Los agricultores que lo llevan a los mercados semanales lo venden al peso y, de momento, no destaca por ser barato: una pequeña bolsa con una veintena o poco más de frutos ronda el euro. Lo habitual es comerlo solo, como postre o piscolabis, o emplearlo para hacer mermelada (tiene muchas semillas que le dan una consistencia especial). Pero también se emplea mucho para postres, a modo de decoración, dado su original aspecto: el fruto va cubierto de un capuchón muy fino, que bien recuerda a un farolillo.

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