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Los vinos de la región también están de moda

Los vinos de la región también están de moda

Algunas de las novedades de las últimas décadas en materia de restaurantes han alcanzado enseguida la categoría de clásicos. Es el caso, por ejemplo, del Bistro 100 Maneiras del chef serbio Ljubomir Stanisic, del Largo da Trindade que, además de una cocina razonablemente bien pensada, ofrece espectáculo de coctelería y gente guapa. Stanisic practica una cocina vigorosa y contundente, basada en una tradición recreada con acierto. Las empanadillas de espinacas y queso, el balcánico burek, y el lechón en dos cocciones siguen siendo de lo mejor de la carta. Feitoria, el restaurante Michelin del Altis Belém, a orillas del Tajo, ofrece los menús de inspiración oriental de João Rodrigues; Bica do Sapato, en el Cais da Pedra, cerca de la estación de Santa Apolonia, en la parte baja de Alfama, no ha dejado de ser una referencia clasicista. Lo mismo sucede con Vela Latina, después de su reapertura, amplios salones, buena bodega, y los platos de siempre, en la marina del Bom Sucesso, para comer los filetes de pescada con el risto de alcachofas o cualquier bacalao. Hablar de bacalao y no hacerlo del maestro Vítor Sobral no tendría demasiado sentido en Lisboa ni en Portugal. Ahora Sobral oficia en su último negocio: Peixaria da Esquina, en la Rua Correia Teles. Pescados marinados, bacalaos y una vierira con almendras y trufa, son de lo mejor de la carta. Avenida Sushicafé, con Daniel Rente a los mandos, plasma el ejemplo de que antes hablaba del clasicismo acelerado en los nuevos establecimientos lisboeta. Su restaurante de Rua Barata Salgueiro, cerca de la Liberdade, es uno de los mejores lugares para comer sushi de la ciudad.

Desaparecen las viejas tascas y alguien tiene la ocurrencia de actualizar el concepto abriendo otras nuevas. Es el caso de André Magalhaês, que en 2012 abrió la singularísima Taberna Das Ruas Das Flores, en la Rua das Flores, y seis años después las colas se mantienen a la puerta del local para comer platos de toda la vida cocinados con inspiración de chef. En el Largo Camoês, muy cercano, abrió después Taberna Fina, un espacio más holgado y con una decoración trendy que alterna el casticismo con las cabezas de vaca que diseñó Bordalo Pinheiro en una de las paredes. Picamiolos, la sucursal alentejana de Tombalobos, el restaurante del chef José Júlio Vintém, en Portalegre, circula por el camino de la casquería y los petiscos refinados, en un local moderno con trazas de carnicería. En Rua do Corpo Santo , cerca del Cais do Sodré.

El crecimiento lisboeta ha ido acompañado todos estos años de una resurección del viñedo, en una región que mantiene dentro de sus nueve subdenominaciones, dos históricas: Colares y Encostas d'Aire. Además de ellas, Óbidos, Lourinha, Torres Vedras, Alenquer, Bucelas, Arruda y Carcavelos. Son mayormente vinos modernos a precios muy razonables que han provocado entusiasmo en la crítica, no sólo local, sino también internacional. No se trata de gandes daos, no cuentan con el nombre de Douro ni con la copiosa producción del Alentejo, para competir en igualdad de condiciones, pero los vinos de Lisboa arrastran, a la vez que historia, numerosas peculiaridades en los tintos y los blancos de uva arinto. Con la excepción de Alenquer, cada una de estas sublocalizaciones, de Leiria a Carcavelos, cuenta con un terreno influido por la cercanía del Atlántico. La ramisco, la peculiarísima uva de Colares, probablemente haya pasado a la historia, pero en los nuevos vinos lisboetas abunda la sorpresa.

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