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La guía secreta de Asturias: Otoño de lujo en Los Arrudos

La ruta, que parte de Caleao (Caso), con sus preciosos hayedos, majadas y el río que suena como nunca a su paso por estos parajes, es impresionante

Cabaña junto al río en uno de los tramos de la ruta de Los Arrudos, a la altura del puente de la Xienra. ANA PAZ PAREDES

Extrañas estas fechas de otoño en que el mal tiempo apenas ha dado tregua para salir a caleyar por tantos hermosos rincones que tiene Asturias. Uno de ellos, y aún más ahora en que los bosques se visten de gala durante algunos grandes días, está en el parque natural de Redes, que comparten los concejos de Caso y Sobrescobio. Se trata de la ruta del desfiladero de Los Arrudos, nombre de este río que lo habita y que, en estas fechas, suena con estruendo a su paso por tan bellos parajes. La ruta parte cerca de otro pueblo con encanto: Caleao.

La ruta ya está señalizada unos metros antes de llegar a este pueblo, girando a la izquierda, para terminar dejando el coche en una zona cercana a la ermita de San Antonio. Existen dos opciones para disfrutar de este recorrido: hacer la ruta (ida y vuelta) que tiene como destino La Fontona, que son unos 11 kilómetros y que tiene un desnivel de unos 400 metros, o bien para los que son ya más montañeros y están habituados a recorridos de más dificultad el destino final sería el lago Ubales y la aldea de la Infiesta, un tramo mucho más duro y bastante más largo -no recomendable con mal tiempo-, por lo que, para los que gustan sencillamente de dar un buen paseo por un entorno fascinante, disfrutando del sonido de la naturaleza y de las cambiantes tonalidades del bosque, lo mejor que pueden es ponerse a caminar el tramo que les apetezca y, cuando quieran, regresar por el mismo camino.

En muy poco tiempo se entra en este trozo de paraíso tras dejar atrás un espacio de pastos y una cabaña. Pronto es el río y el bosque los que mandan y van descubriendo a quien por aquí se adentra fuentes y abrevaderos, como el de Agualmayo, y árboles como abedules, castaños y avellanos, además de algún roble y, junto al agua, a la orilla del río, los fresnos. En poco tiempo se llega hasta uno de tantos rincones con encanto y que descubre, tras dejar atrás el puente de la Xienra, una pequeña cabaña junto al río que, por el humo que sale de su chimenea, evidencia la presencia de su dueño, Pablo Sánchez Porra, quien hace 24 años compró esta casa-molino, entonces en ruinas como él recuerda y que fue levantando con sus propias manos hasta convertirla en su refugio y el lugar donde suele estar siempre que puede. "Este molino tenía dos muelas y, en su tiempo, como molino maquilero, molía para mucha gente de la zona. Ahora ya no lo es pero guardo aquí sus piedras como auténticas joyas", recuerda este joven, con quien caminar por este lugar junto con otro vecino de la zona, descubriendo a través de sus conocimientos del entorno todo aquello que, a simple vista, no vemos, es todo un lujo para los que andamos por las caleyas, siempre, con hambre no solo de ver paisaje y naturaleza, sino también de historia de nuestros pueblos y de quienes los habitaron y/o habitan.

Cuando la pista desaparece y se convierte ya en un sendero es cuando empieza el acercamiento a las foces y al desfiladero de Los Arrudos en sí. La ascensión comienza tras dejar atrás el puente colgante de La Calabaza, reconstruido por los vecinos. Impresiona sin duda esta garganta por su espectacularidad al estar encajada entre montañas, por lo que para quien hace el recorrido para disfrutar igualmente de la fotografía seguro que no encontrará momento de continuar tras detenerse cada dos por tres para tomar una nueva imagen. Al Collaín se llega tras superar un tramo con bastante pendiente y, finalmente, ya se llega a La Fontona y, de ahí, de vuelta a Caleao.

Quienes bien conocen el monte aconsejan, y bien, que esta ruta hay que hacerla con buen tiempo y con calma y precaución, tanto a la ida como a la vuelta, sobre todo teniendo en cuenta los escalones tallados en la piedra en los que se puede resbalar si hay humedad.

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