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La buena mesa, mejor entre amigos

Las cofradías gastronómicas de Asturias esperan recuperar su actividad más pronto que tarde

Un hombre, a la mesa en una ilustración.

Los disfrutones del buen comer se cuentan a pares por Asturias, como no podía ser de otra forma en una tierra famosa por su sabrosa y contundente cocina.

Muchos de ellos tienen hasta “oficializada” esta condición al ser miembros de alguna de las 18 cofradías gastronómicas que hay en el Principado. Y todos echan en falta disfrutar de la buena mesa entre amigos, cuantos más mejor. Algo ahora imposible.

Porque con la pandemia, la actividad de estas peñas amantes del producto y la cocina de calidad –que tienen su origen a mediados del siglo XX en el País Vasco, que importó el modelo de la vecina Francia– se ha visto completamente paralizada. “La situación, no hay que negarlo, es grave. Físicamente hoy por hoy es imposible hacer nada. Todas las cofradías tienen en sus capítulos gastronómicos su principal razón de ser y estos están parados”, señala Ignacio Blanco, presidente de la Federación Asturiana de Cofradías Eno-Gastronómicas (Fecoastur). “Esto limita mucho nuestra actividad, que pasa por promocionar un producto y también por hermanarse con otras agrupaciones, viajar a sus capítulos...”, lamenta Blanco, que es a su vez tesorero de Amigos del Queso Gamonéu, fundada en 2004 y presidida por Favila Quintana, con más de cuarenta miembros.

En su caso, el capítulo anual es a mediados de octubre, coincidiendo con la feria del gamonéu de Benia de Onís. “Vienen cofrades de fuera, les enseñamos la zona, comen por los restaurantes, visitan alguna majada, las queserías, organizamos catas y maridajes... Todo esto está ahora anulado”, señala el presidente de Fecoastur, entidad que forma parte de la federación nacional con más de 100 cofradías de toda España. “Somos importantes para llegar allá donde no puede llegar la administración y promocionar el producto asturiano. Pero hasta que esto se normalice habrá que adaptarse y buscar alternativas. Seguimos en contacto por medios telemáticos, echamos mano de las redes sociales... Lo que se pueda”, asume Blanco.

Una de las características de las cofradías gastronómicas es la elevada edad de sus miembros. “Para muchos el parón ha sido un golpe duro porque la cofradía era su vida social”, apunta Alejandro Fernández, presidente de la gijonesa Cofradía del Oricio, fundada en 2010 por amigos y amantes de este codiciado bocado marino. Sus 15 miembros fueron en marzo de 2020 los primeros perjudicados por la pandemia en Asturias. “Teníamos programado el capítulo para el 14 y días antes lo suspendimos. Ya llevamos dos anulados”, explica Fernández, quien teme que algunas peñas desaparezcan debido a las limitaciones de las reuniones. “El oricio no falta en la mesa, pero ahora tenemos que ser menos y hay que juntarse, si se puede, con toda la prudencia del mundo”.

En el Restaurante Yumay, en Avilés, tienen base unas jornadas del oricio y allí también tiene su sede otra cofradía, del mismo nombre que el negocio, con 10 años de actividad, presidida por Justo García y con unos 40 miembros, entre los que se encuentra Carlos Martínez Guardado, integrante a su vez de la Federación Internacional de Cofradías Gastronómicas. “Yumay está destinada a promocionar todo el producto asturiano”, explica Guardado, que resalta el duro golpe que la pandemia es para este mundo, íntimamente ligado con el sector hostelero.

Horas bajas afrontan en la veterana Orden del Sabadiego de Noreña (1988), que suman dos años sin su fiesta (sería el próximo fin de semana del 24 y 25 de abril) dedicada al contundente y peculiar embutido de la Villa Condal. Son más de 20 miembros y a la inactividad impuesta se suma la falta de subvenciones, lamenta Miguel Ángel Fuente Calleja, cronista local y expresidente del colectivo que hoy dirige Mariano González. “Estamos bajo mínimos. No sabemos qué pasará, porque ya no es solo que quedemos sin fiesta, sino que tenemos que hacer frente a gastos para los que no tenemos ayuda”.

Estandartes de las cofradías en Fecoastur.

Estandartes de las cofradías en Fecoastur.

La más antigua de Asturias es la Cofradía de Amigos de los Quesos del Principado, con origen en 1982 y hoy dirigida por Rafael Secades, orgulloso de lucir desde el pasado febrero la distinción de “Real” en reconocimiento a más de 40 años de actividad. “Hemos traído a Asturias a muchas cofradías de todo el mundo, promocionado la región con infinidad de viajes...”., reseña Secades, en su caso muy optimista pese al covid. “Ha habido un parón total en 2020, pero en este 2021 se recuperará. Nosotros tenemos proyectos y la actividad sigue pese a renunciar a las catas, las comidas multitudinarias...”.

Los amantes del queso en el Principado están de enhorabuena este año, pues en noviembre Oviedo será sede del prestigioso certamen World Cheese Awards. “Será lo nunca visto, con la presencia de más de 4.000 clases de quesos de todo el mundo. Estamos encantados y hay grandes expectativas en esta cita que, sin duda, será un éxito”, sostiene. En la federación de cofradías los amantes del queso se completan con una tercera peña, aparte de Amigos y la citada del gamonéu: el Círculo Gastronómico, que se constituyó en 2013, en base al Grupo de Exaltación al Queso.

Dibujo de un cocinero.

Antiguas también y con mucha solera en Asturias son dos peñas de la comarca avilesina: la del Colesterol Bueno y con sede en la villa, fundada en 1996 para promover el buen comer y los hábitos saludables; y la de la Buena Mesa de la Mar, de 1984, ligada a Salinas (Castrillón) y dedicada a cantar las bondades de pescado y marisco.

Con la vista puesta a largo plazo, ya en 2022, están en la Cofradía del Arroz con leche, fundada en Santa Eulalia de Cabranes hace seis años para promocionar y exaltar las cualidades de un postre asturiano “que está por todas partes del mundo, es universal”, reseña su presidente, Vicente Riego. “Lo tenemos todo suspendido de momento. Somos 35 miembros, mucha gente mayor, así que no procede hacer nada para evitar riesgos”, explica. “Aún así seguimos en contacto y con la idea de regresar el año que viene”.

Sidra nunca falta en Asturias y la Buena Cofradía de los Siceratores (Nava) lleva desde 2013 entregada a promocionarla y nombrar, cada dos años, nuevos amigos y cofrades. “Nuestro gran capítulo es en marzo y por tanto toca esperar. Poco más podemos hacer, salvo seguir en contacto y pensar que podremos volver a disfrutar en compañía de la buena sidra”, dice el presidente, Roberto Llamedo.

En el caso de la Cofradía del Desarme (2012, 50 miembros) han tenido más suerte y en octubre pudieron celebrar su capítulo, “poco antes de la segunda ola. Salió bien y fue de alguna forma un apoyo a la hostelería. Fuimos la única asturiana en poder hacer algo”, apunta Miguel Ángel de Dios, esperanzando en que la tradición de comer garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche el 19 de octubre en Oviedo pueda cumplirse de nuevo dentro de unos meses por bares y restaurantes.

La misma esperanza, para enero de 2022, tienen en la Cofradía de los Nabos, con 33 miembros que celebraron en 2003 su primer capítulo en Morcín. “No lo tenemos claro, pero la idea es convocarlo para el 15 de enero”, reflexiona el presidente, Pepe Sariego.

Incertidumbre y ganas de volver a festejar tienen el resto de agrupaciones que completan la lista de cofradías gastronómicas asturianas: Doña Gontrodo, que pasa por ser la única formada por mujeres de España y con base en Oviedo desde 2006; Amigos de las Fabas, fundada en 2013 en Villaviciosa; La Pegarata, que es “la única considerada como sociedad”, recalca Carlos Cuesta, portavoz del grupo de 16 miembros dedicado a promocionar un bollo pascual relleno de chacina de Laviana y el alto Nalón; la del Vino de Cangas, ligada a los famosos caldos con creciente éxito del Suroccidente asturiano desde 2003 y alma de la fiesta anual de la vendimia, en octubre; y la avilesina Cofradía del Vino de Asturias, de expertos y aficionados a la enología en general.

Ilustración de Pablo García.

La lista se completa con la del Torto de Maíz, una cofradía a la que el covid no ha dejado siquiera presentarse en sociedad. “La pusimos en marcha el año pasado, con sede en Oviedo, y cuando íbamos a hacer el acto, llegó la pandemia”, explica el secretario, Pablo Aller. Son 14 amigos amantes del torto de maíz, “dispuestos a atribuirle el reconocimiento a un producto que ha tenido mucha importancia en la historia de Asturias y que ahora grandes chefs han sabido colocarlo a la altura que merece”, recalca. Pasa esta cofradía por ser, no solo la más reciente, sino la de más juventud entre sus miembros de todas las de Asturias.

Ellos, como todos los demás disfrutones de la buena mesa en el Principado, desean y están convencidos de que más pronto que tarde podrán volver a entregarse a un placer universal que no es otro que comer en buena compañía, entre amigos. Así sienta mejor.

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