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El método Farhadi

“Un héroe”.

¿Puede la verdad llegar a ser algo malo? ¿Es aceptable no decirla si el fin es noble? ¿Y puede el fin ser realmente noble si conlleva un provecho personal? Son preguntas que, entre varias otras, Asghar Farhadi se ha hecho a lo largo de toda su carrera, y nunca con tanta maestría como a través de “A propósito de Elly” (2009) y, sobre todo, “Nader y Simin: una separación” (2011).

El protagonista de “Un héroe” es un hombre que está preso a causa de una deuda que no pudo pagar y que, tras encontrar unas monedas de oro que le podrían comprar la libertad, elige, en cambio, devolverlas. Mientras contempla las consecuencias que esa decisión acarrea, y va convirtiendo a su protagonista en una suerte de idiota “dostoievskiano”, Farhadi ofrece un retrato de una sociedad en la que el egoísmo, la mentira y la manipulación a menudo se disfrazan de altruismo.

Como de costumbre, el director se muestra increíblemente hábil convirtiendo la sucesión de acontecimientos en una bola de nieve que desciende cada vez más grande y peligrosa. Pero “Un héroe” es una de sus pocas películas que no se articulan alrededor de un misterio central, y quizá sea el hueco que eso deja lo que permite que sus fisuras narrativas –la falta de lógica en los comportamientos, la manipulación melodramática– queden al descubierto. En ese sentido, es como un mueble al que le faltan tornillos. Puede llegar a tener un aspecto fantástico, pero se cae a la menor sacudida.

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