Tamara Falcó tiene la boda gafada

El no robo de las joyas de la marquesa es la enésima tribulación que afecta a un enlace salpicado por cuernos, con invitados que se desinvitan y una novia sin traje

Tamara Falcó con Íñigo Onieva. | E. P.

Tamara Falcó con Íñigo Onieva. | E. P. / Mariola Riera

Mariola Riera

Mariola Riera

 A estas altura de la película muchos se preguntan qué mas puede pasar, qué más señales necesita Tamara Falcó para darse cuenta de que no debe casarse, de que su boda con Íñigo Onieva, programada para el próximo 8 de julio, está gafada y no debería celebrarse. Lo último ha sido el lío montado en torno a las joyas que, supuestamente, iba a lucir en el enlace y que, según trascendió el sábado por la mañana, habían sido robadas en plena autopista de La Coruña a la altura de Las Rozas (Madrid). Horas después los joyeros de Del Páramo Vintage (Valladolid) salieron a negar que fueran para la marquesa de Griñón, de quien se sabe que ha vuelto de Nueva York con su madre, Isabel Preysler, tras revisar el vestido que le han diseñado de forma exprés en Carolina Herrera.

Hasta el propio novio salió a desmentirlo después de todo el revuelo montado. No es para menos, porque el asalto se las trajo. Fue sobre las nueve y media de la noche del jueves. El coche en el que iban los joyeros –hombre y mujer, hermanos, hijos de los dueños de la firma vallisoletana– fue parado cuando salía de Madrid por unos atracadores que llevaban un hacha y otra arma, y que se hicieron pasar por agentes de la Guardia Civil de paisano. Los hechos los investiga ahora el instituto armado tras la denuncia puesta por los joyeros asaltados.

El «no robo» de las joyas de Tamara no es la única tribulación que ha rodeado el enlace de la pareja, quien se comprometió y rompió en cuestión de cuatro días el pasado septiembre. ¿El motivo? La infidelidad de Onieva, reconocida, que destrozó el corazón a su novia, quien despechada le dio pasaporte. Pero en cuestión de meses, Navidad mediante, Tamara recompuso su corazón y volvió con Íñigo, aunque todo el mundo se quedó con la mosca detrás de la oreja.

La cuestión es que desde entonces no han faltado las vicisitudes. La más gorda, la decisión de la firma elegida inicialmente para diseñar el vestido de abandonar por no entenderse con la marquesa. En cuestión de días Tamara recurrió a Carolina Herrera. Luego se montó jaleo con la lista de invitados: primero se contó que había muchos VIPs (Rafa Nadal, Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez-Almeida...) y luego algunos salieron a desmentirlo, mientras que otros ni locos quieren aparecer por el palacete de El Rincón el próximo sábado por temor a toda la expectación generada. Por si fuera poco, en los últimos días han vuelto a deslizarse rumores de que Onieva ha vuelto a hacerlo, lo de ser infiel.

Esperemos que en Carolina Herrera hayan cumplido y no haya tenido que regresar de Nueva York sin su traje de novia. Porque, ¿qué más puede pasar? Queda una semana y a saber... Pero es un hecho:_a Tamara se le resiste la boda, al menos, como ella se la imagina. Una opción, si su ilusión es ser protagonista de toda la parafernalia nupcial, es hacer algo al estilo de la película «La boda de Rosa»: casarse con ella misma. Le iría mejor.

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