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El equilibrio mental se consigue en el aire: el yoga aéreo "no es postureo"

“Genera paz interior”, destaca la monitora Natalia Montero (Kali), pionera en Asturias de una disciplina con creciente atractivo

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El yoga aéreo, mucho más que postureo, una gran alternativa para cuidar la mente Juan Plaza

“Siento mucha más paz desde que lo practico, ya no reacciono tan visceralmente cuando estoy enfadada”, explica Mariné, una de las cinco alumnas más aventajadas. Lleva casi un año practicando aeroyoga, también conocido como yoga aéreo o yoga columpio. Pese a todas las ideas que uno pueda hacerse cuando escucha este nombre, no es una disciplina peligrosa ni imposible de realizar, y además reporta muchos beneficios en diversas esferas de la persona.

“Se nota una mejora en el físico, por supuesto, pero sobre todo respecto a la mente”, añade Mariné, quien ya practicaba yoga, pero se unió al grupo de aeroyoga “por probar”. Ahora lo tiene claro: “No quiero dejarlo. Desde que empecé, he notado un gran cambio psicológico. No pienso tanto las cosas y me centro más en mí”.

Natalia Montero, conocida en el mundo yóguico como Kali, es una monitora pionera del aeroyoga en Asturias. Comenzó a impartir yoga aéreo hace 11 años en la región. Trabaja en el Club Natación Santa Olaya (Gijón) desde hace 21 años

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El aeroyoga es una variante del yoga en la que los ejercicios y las posturas se realizan separadas del suelo, colgando el cuerpo en unos columpios que van enganchados al techo o a estructuras firmes. Su nombre empieza a oírse más en los últimos tiempos, aunque sigue siendo un desconocido.

Natalia Montero, conocida en el mundo yóguico como Kali, es una monitora pionera del aeroyoga en Asturias. Comenzó a impartir yoga aéreo hace 11 años en la región. Trabaja en el Club Natación Santa Olaya (Gijón) desde hace 21 años y, además, es docente en la escuela de Yoga Integral Mahashakti y responsable de la formación de yoga columpio. También enseña acroyoga (fusión de acrobacia y yoga).

“El yoga aéreo es una disciplina llamativa por el hecho de hacer las actividades en el aire”, explica Kali. “Hay personas que se echan para atrás por el miedo a estar colgados, pero realmente facilita mucho algunas posturas, porque se cuenta con el apoyo de la tela para sujetar parte del cuerpo”, expone la monitora.

Alumnas realizan la adho mukha vrksasana, bajo la supervisión de Kali. | Juan Plaza

“El yoga se adapta a la persona, así que cualquiera puede realizar aeroyoga. De hecho, en mi clase también hay alumnos con hemiplejia y he instruido a personas a las que faltaba una pierna”, comenta Kali. Los grupos son reducidos, no solo por la pandemia, sino porque la atención es especializada para cada alumno y, “dependiendo del nivel, las clases son distintas”.

Respecto a los beneficios físicos, la monitora destaca que el yoga “va más allá de lo físico y del deporte”. Aún así, los resultados físicos son obvios: “Hay una gran parte deportiva que se encarga de tonificar toda la figura, mejora la postura y también funciona como drenante para la circulación debido a estar suspendido en el aire”, asegura Kali. Sin embargo, “donde realmente actúa el yoga, y en este caso el aeroyoga, es en la parte psicológica de la persona”.

Dice la monitora que "en mi clase también hay alumnos con hemiplejia y he instruido a personas a las que faltaba una pierna”, comenta Kali; Los grupos son reducidos, no solo por la pandemia, sino porque la atención es especializada para cada alumno

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Durante la hora y media que dura la clase, los alumnos dejan fuera sus problemas para centrarse, únicamente, en el ejercicio. Pero Kali insiste en que el aeroyoga no es “pura estética”. Aunque entiende que pueda resultar “sorprendente” y “bonito” el ver a personas realizando posturas “en el aire”, argumenta: “Queremos dejar constancia de que esto no es solo postureo, va más allá de la estética. No se debe practicar aeroyoga solo porque es bonito, se tiene que pensar en los beneficios que reporta”.

Las técnicas que se adquieren con el yoga no se quedan solo en la clase, sino que se ”transportan al día a día”. Practicar la actividad genera “mayor paz para las personas que lo realizan” y también mejora la postura física, estirando la columna vertebral y, en consecuencia, estilizando a la persona. Otra área favorecida por el yoga es el suelo pélvico. Realizar “invertidas” con el columpio ayuda a relajar la musculatura de la zona para liberar tensiones y, a la vez, la tonifica y mejora su funcionalidad.

Natalia Montero enseña la virabhadrasana. |

La pandemia ha impulsado notablemente el interés por este tipo de prácticas. “Te ves solo en casa y no puedes moverte, tienes que aprender a convivir contigo mismo y eso da miedo, pero el yoga ayuda a escucharte”, explica Kali. La monitora precisa que las personas que previamente practicaban yoga tuvieron ventaja a la hora de afrontar el encierro domiciliario: “Estamos acostumbrados a hacer retiros mentales y no nos costó en absoluto pasar momentos de soledad”.

“Te ves solo en casa y no puedes moverte, tienes que aprender a convivir contigo mismo y eso da miedo, pero el yoga ayuda a escucharte”, explica Kali

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Con el confinamiento, se hizo más real el dicho de que “el yoga llama a la puerta”. Esta práctica ayuda a canalizar las emociones y permite a la persona identificar qué está pasando por su cabeza. “Por suerte, cada vez más gente quiere probar. Es una disciplina que sigue sumando seguidores y que ha tenido una evolución muy positiva con la pandemia”, analiza Natalia Montero.

“Puedes encontrarte mal y no saber por qué, puede que te duela algo y lo que realmente sucede es que estás enfadada por algún motivo. El yoga sirve para saber qué pasa en tu cuerpo, para escucharte y poder frenar cuando es necesario”, señala la instructora.

Uno de los ejercicios aéreos. Juan Plaza

Estas disciplinas trabajan con más intensidad la vertiente mental. Y ahí es donde incide la faceta “más importante” del aeroyoga: “Sin meditación no hay clase de yoga completa, ni sirve de mucho la actividad”.

Meditar es una técnica de relajación con la que se busca conectar con uno mismo para reducir los niveles de estrés de la persona y modificar las emociones. “Toda la atención de la persona se sitúa entonces en el chakra 4 (el pecho). Todo lo demás, desaparece”, explica la profesora.

“Es algo que puede hacer cualquier persona, aunque es más complicado para quienes sufren de alteración emocional”, indica Natalia Montero. No es algo banal ni de lo que se pueda prescindir. La meditación puede ocupar “casi toda la clase de yoga”. Lo normal en una sesión de una hora y media es que cuarenta minutos se destinen a la meditación en su esplendor. “Es la parte más importante, pero a la vez la más complicada, porque obliga al ser humano a escucharse a uno mismo, a pasar tiempo desconectado del resto del mundo y tan solo prestar atención a la respiración”, detalla Kali. “La meditación está reconocida científicamente como una herramienta útil para disminuir la ansiedad”, explica la profesora.

Las alumnas, en un momento de la meditación. Juan Plaza

En un momento en el que el individuo tiene demasiadas cosas en la cabeza –enfermedades, asuntos familiares o económicos...–, la meditación es una vía de escape a todos esos problemas, propicia una mejora a largo plazo para la mente y facilita el descanso. De hecho, la calidad del sueño es otro de los beneficios derivados de esta actividad. Es conocido que el deporte ayuda a dormir mejor. El yoga no iba a ser menos. Con la mente más descansada y alejada de ruido, resulta mucho más sencillo llegar a la cama y dormir sin pensar en muchas cosas. Además, el descanso se vuelve más fructífero.

El yoga es para la humanidad”, sentencia Kali, quien asegura que “no solo repercute sobre la gente que lo practica, sino que va más allá y tiene una repercusión mundial”.

En definitiva, “la persona que entra en una clase de yoga no es la misma que la que sale”, enfatiza la monitora del Santa Olaya. La “conexión” que genera entre el cuerpo y la mente de la persona resulta “muy placentera una vez que se prueba”. Natalia Montero destaca que, “pese a que en algunos lugares, como India, el yoga esté muy vinculado a la religión, esto va mucho más allá: es un tema trascendental, una filosofía de vida”.

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