La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ingenieros de hospital, o cómo son los artesanos invisibles de la salud asturiana

La crisis pandémica ha dado visibilidad al inmenso trabajo de un colectivo esencial para brindar la mejor asistencia

Una planta Covid-19 montada para la ocasión

Valentín Javier Rodríguez Martínez es Jefe de la Unidad de Certificación en Calidad del Servicio de Salud el Principado

Todas las situaciones traumáticas hacen que nos replanteemos nuestros principios más arraigados y que obtengamos perspectivas distintas a las cotidianas. La situación de pandemia vivida a nivel mundial ha tambaleado nuestros cimientos más sólidos, nuestras economías y, sobre todo, ha trasladado la incertidumbre a todas las esferas de nuestra vida.

Hablamos de incertidumbre vital, de situaciones que comprometen nuestra salud e incluso nuestra vida y la de nuestros allegados. En ese momento, la sociedad ha girado la cabeza hacia nuestros profesionales sanitarios pidiéndoles desesperadamente ayuda, y en ellos hemos encontrado ese compromiso incondicional que marca la vocación, muchas veces de forma heroica, que salimos a agradecer con esos aplausos de las ocho en punto en las inciertas tardes de confinamiento.

Ingenieros de hospital: los artesanos invisibles de nuestra salud

Por desgracia, la situación pandémica ha puesto contra las cuerdas nuestras infraestructuras sanitarias. No estábamos preparados para atender a tantos enfermos graves con los recursos ordinarios; nos faltaban camas de UCI, respiradores, etcétera. Nuestros héroes sanitarios no disponían de medios para ejercer sus profesiones. Esta vez fueron ellos los que giraron la cabeza para reclamar recursos e infraestructuras, y lo hicieron hacia unos profesionales de cuya presencia no nos habíamos percatado. Claro, no habíamos podido verlos hasta entonces: eran “invisibles” para nosotros, eran los profesionales de la ingeniería hospitalaria.

No estábamos preparados para atender a tantos enfermos graves con los recursos ordinarios; nos faltaban camas de UCI, respiradores, etcétera. Nuestros héroes sanitarios no disponían de medios y fueron ellos los que giraron la cabeza para reclamar recursos

decoration

Necesitábamos duplicar el número de camas de cuidados intensivos (UCI) para atender a los pacientes más graves; también eran necesarios muchos más respiradores de los que teníamos o instalar hospitales de campaña capaces de dar cobertura en el peor de los escenarios. En ese momento, ya no hubo ningún tipo de incertidumbre: estos profesionales invisibles entraron en acción, de igual forma que lo llevan haciendo siempre, día a día, de forma silenciosa. Los invisibles se pusieron manos a la obra e hicieron que, de manera milagrosa y en tiempo récord, se habilitarán estructuras sanitarias esenciales para atender a una situación muy comprometida.

¿Por qué estamos hablando de profesionales invisibles? Si acudes al hospital como paciente, incluso si trabajas en él como profesional, no sueles ver a estas personas; y, si aparecen, no vas a reparar en ellas. Trabajan en las mazmorras, en las entrañas de estos edificios; lo hacen día a día, de una forma discreta, todos los días y todas las horas del año, permitiendo que todo siga funcionando. Nunca aparecen en la fotografía. Los laureles de los éxitos sanitarios se los suelen llevar otros profesionales.

Personal de enfermería con un paciente en una uci improvisada en el gimnasio del San Agustín en las peores semanas covid. Mara Villamuza

Son expertos en la contingencia, en asegurar que todo funcione adecuadamente y en tener previstas soluciones para cuando esto no sucede. Algo tan simple como abrir el grifo y que salga agua; y que ese agua sea segura para profesionales y pacientes; y que el agua nunca falte, ni siquiera en situaciones catastróficas. Gestos tan sencillos como encender la luz de una habitación o de un quirófano, son posibles gracias a que esa energía eléctrica llega transformada desde las torres de alta tensión hasta la luz de la mesita del paciente y que, en caso de apagón, nuestros quirófanos y nuestras UCI puedan seguir funcionando y nuestros pacientes de diálisis continúen con sus tratamientos con total seguridad.

Seríamos injustos si sólo nos acordásemos de estos profesionales cuando algo falla o cuando surge una necesidad sobrevenida. Ellos ya están presentes en el diseño de nuestros centros sanitarios antes de que estos sean construidos; su participación permite que sean centros seguros y que se pueda prestar la atención sanitaria con la calidad necesaria. Se construyen hospitales con criterios de eficiencia y sostenibilidad, pero también teniendo en cuenta los flujos de profesionales, pacientes y familiares, asegurando que estos circuitos permitan reducir el riesgo de infección. Los hospitales están pensados para la eficiencia energética, pero también para garantizar la intimidad de los pacientes y sus familias, para proporcionar un entorno confortable a usuarios y profesionales.

La crisis sanitaria ha hecho que nos percatemos de que necesitamos tener a los mejores profesionales sanitarios, también tenemos que dotarlos de unas infraestructuras seguras y proporcionales herramientas eficaces y totalmente fiables

decoration

Estos profesionales invisibles son los garantes de que la atención sanitaria pueda llevarse a cabo. Sin su presencia, no sería posible. Pero no sólo eso. Además, nos garantizan que se realice con criterios de calidad y seguridad para pacientes y profesionales.

Son los responsables de que los equipos sanitarios que utilizamos para el diagnóstico o el tratamiento estén calibrados adecuadamente y de que sus resultados sean fiables; suya es la responsabilidad de que nuestros compañeros del ámbito quirúrgico trabajen con una adecuada renovación del aire o con la permanente monitorización de temperatura, humedad, etcétera.

Los gases medicinales, tan necesarios en estos últimos tiempos, llegan a la cabecera del paciente de forma milagrosa sin que nadie se pare a pensar todo lo que ello implica;

decoration

Los gases medicinales, tan necesarios en estos últimos tiempos, llegan a la cabecera del paciente de forma milagrosa sin que nadie se pare a pensar todo lo que ello implica; igual ocurre con la conservación de nuestros medicamentos, particularmente los que precisan cadena de frío, muy visibilizados a través de las recientes vacunas: no sería posible asegurar su eficacia si no existiesen mecanismos que gestionan su monitorización permanente.

La crisis sanitaria ha hecho que nos percatemos de que, para poder brindar la mejor atención sanitaria a los ciudadanos, no sólo necesitamos tener a los mejores profesionales sanitarios, también tenemos que dotarlos de unas infraestructuras seguras y proporcionales herramientas eficaces y totalmente fiables. Hemos advertido que los recursos con los que habitualmente contamos en nuestros hospitales pueden resultar insuficientes en momentos de crisis y hemos de tener capacidad para reaccionar rápidamente y gestionar estas contingencias. Y, si queremos gestionar de forma eficaz las contingencias sanitarias, nada mejor que ponerlas en manos de nuestros profesionales de la ingeniería hospitalaria. De esos seres “invisibles” que siempre aparecen justo cuando se les necesita.

Compartir el artículo

stats