La vida de Quili Hevia Mata se detuvo en noviembre del año pasado. Había ido a una revisión rutinaria de mama y el resultado se resumía en un cinco letras. “Cuando escuché por primera vez la palabra cáncer el mundo se me vino encima y pensé que todo se había acabado. Yo no tenía antecedentes en mi familia y no lo esperaba pero cuando te enfrentas al proceso vas viendo que hay más gente en tu misma situación”, resume emocionada. La pasarela solidaria para mujeres con cáncer de mama que se celebra cada año en Oviedo marcó un punto de inflexión. “Me emocioné muchísimo cuando las vi, me incorporé al grupo y empecé a compartir con ellas todo esto”, añade. Esta enfermera gijonesa de 62 años es la última incorporación a “El club de la sonrisa”, un grupo formado por quince pacientes oncológicas que se reúnen cada semana para compartir inquietudes, esperanzas y temores. “Mi trabajo como sanitaria me ayuda para afrontar cosas puntuales como visualizar una herida pero lo emocional es otra cosa. A mí el cáncer me ha quitado el sueño como a todas. El título de enfermera lo tengo en la pared pero la almohada la tengo debajo de la cabeza”.
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