Durante las últimas semanas la música militar sonó algún día entre las farolas de la avenida de Hermanos Pidal, se pudo ver a técnicos haciendo marcas en el suelo con botes de pintura y a trabajadores municipales retirando farolas y barandillas, pero el verdadero desembarco del ejército español en Oviedo empezó ayer. Y lo hizo, según los militares responsables de los preparativos, con la mejor de las sensaciones: pocas protestas de los vecinos pese a los cortes de tráfico y una previsión de invitados ya confirmados que supera con mucho los habituales que tiene esta celebración en otros lugares.

La cifra va camino de superar las 600 personas, mientras que el volumen habitual de los que vienen de fuera al esfile anda por las 400 personas. Además de la atracción que la ciudad puede ejercer a la hora de sumar más visitantes, también pesa el hecho de que la ministra de Defensa, Margarita Robles, haya decidido este año invitar a los familiares de militares fallecidos durante toda su etapa como ministra, es decir, desde 2018. Un colectivo que suma dos centenares de invitados.