A Juan Carlos le separan 160 metros del punto en el que, puntualmente, acude la ambulancia para llevarle a rehabilitación. La distancia se convierte en un mundo para una persona que, como él, tiene la movilidad reducida. Este allerano de 48 años sufrió un ictus hace un año pero un ingreso por una complicación respiratoria complicó su estado desde el mes de septiembre. "Soy una persona dependiente, no puedo salir solo de casa". Él y su padre, de 93 años, viven juntos en la casa familiar de La Caseta, en Moreda. Las obras para mejorar los accesos llevan años paradas y ahora la ambulancia que le recoge para ir a rehabilitación no puede llegar hasta la puerta de su casa. "Solo pido un acceso digno, ahora tiene que subir el conductor a buscarme porque no puedo caminar solo, por las mañanas además tenemos que usar la linterna del móvil porque en la pista no hay luz. Quieren que la gente siga viviendo en el pueblo y luego nos dejan abandonados", sentencia.
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