La historia de Tahir ha tenido un final feliz. Y ha sido en la playa de San Lorenzo. Tras sacar a su mujer y sus siete hijos de Afganistán y llevarlos a Madrid –donde residían desde el pasado mes de febrero– ayer, por fin, llegaron todos a Gijón. “Estoy muy feliz”, aseguró el afgano, quien después de tanto calvario tiene muy claro lo que le viene por delante: “Lo que queremos es una vida tranquila, sin problemas, lejos de la guerra. Ahora tenemos para los niños un futuro muy bueno”. Llegaron a la estación de autobuses en torno a las cuatro de la tarde, cansados, pero eufóricos. Acompañados por voluntarios y trabajadores sociales, el día no iba a acabar ahí. Tahir lamentaba que su mujer y sus hijos nunca habían visto el mar, por lo que cumplió un nuevo sueño para ellos. Después de comer y reponer fuerzas, ellos y los voluntarios tomaron rumbo hacia la Escalera 8 de San Lorenzo con los ojos tapados. A la cuenta de tres –en un emotivo momento– se quitaron las vendas y contemplaron las aguas del Cantábrico. “Les parece mejor de lo que imagiban”, celebró Tahir al ver a su familia rebosando felicidad.