Sandra superó la fase aguda de la COVID sin problemas, pero tras recibir el alta comenzó un calvario que aún sufre. Taquicardias, disneas, dolores musculares y de cabeza, pitidos en los oídos. Ha contado hasta 37 síntomas diferentes. Por eso pide que se reconozca el COVID persistente como enfermedad, para que quien lo sufre pueda ser tratado adecuadamente. En el caso de Juan las secuelas son aún más terribles. Pasó 11 días en la UCI. Y a sus 23 años no solo ha visto agravada su asma. También tiene muchas dificultades para hablar porque sufre parálisis en las cuerdas vocales. Hubo que practicarle también una traqueotomía. Su caso es otro más que demuestra la gravedad de un virus que puede extender sus efectos más allá del alta médica.