Adiós a media vida al frente del restaurante Castañón: Rubén Rodríguez y Magdalena Fernández se jubilan

Los actuales dueños del local cierran etapa tras 30 años en el local: "Llegamos a trabajar 20 horas al día"

Magdalena Fernández y Rubén Rodríguez, en el restaurante Castañón. | A. G.-O.

Magdalena Fernández y Rubén Rodríguez, en el restaurante Castañón. | A. G.-O.

En el restaurante Castañón, en Quintes (Villaviciosa) se viven días de sentimientos encontrados. Rubén Rodríguez y Magdalena Fernández, propietarios del negocio durante los últimos treinta años, cuentan las horas para su jubilación después de toda una vida dedicada a la hostelería. Estas serán sus últimas semanas detrás de la barra; a principios de junio cerrarán el local y comenzarán una nueva etapa en la que disfrutar de un descanso más que merecido. "Por un lado nos da mucha pena, porque treinta años no es poco tiempo y nosotros hemos tenido una clientela muy buena", reconoce el matrimonio que, a su vez, está deseando olvidarse definitivamente de las preocupaciones que conlleva ser autónomo.

La vida de ambos lleva décadas unida a la hostelería. Los padres de Rodríguez eran los propietarios del restaurante Puente Arroes, en el que estuvieron trabajando durante catorce años. Hace tres décadas surgió la oportunidad de coger el restaurante Castañón y no se lo pensaron. "El sector ha cambiado mucho. Antes podíamos echar tranquilamente veinte horas al día en el restaurante. Trabajábamos mucho más la noche, la gente venía más a cenar que a comer. Ahora, excepto los fines de semana, solemos cerrar por las tardes. Ha habido un cambio de mentalidad y otra forma de ver la vida", opina el maliayés. Eso sin contar las dificultades que hay para encontrar personal. "Esa es una de las razones de que hayamos adelantado la jubilación. Cada vez es más difícil encontrar trabajadores. Nosotros teníamos un chico que nos ayudaba, pero tenía otro trabajo y decidimos que ya era hora", reconoce.

La decisión ha sido recibida como un jarro de agua fría entre sus clientes, algunos de los cuales llevan acudiendo fielmente al restaurante desde hace casi 27 años. Otros, incluso, los conocen de su anterior etapa. "Hay clientes que comenzaron viniendo con sus hijos y ahora ya vienen con los bisnietos. Mucho madrileños sobre todo", apunta Fernández. Y es que en estos treinta años son muchos los lazos que se han creado. "Dejamos mucha vida aquí. Amigos, clientes... Hasta proveedores", señala. Con algunas marcas, como La Ibense, llevan trabajando desde el local anterior. Pero, como dice Rodríguez, "todo son etapas". "Por suerte estamos bien de salud y ahora nos toca disfrutar del tiempo libre. Quiero saber lo que es no tener que hacer nada". El matrimonio aprovechará también la jubilación para cuidar de su nieto, con el que se les cae la baba, y pisar por primera vez la playa en verano. "Hemos ido a la playa cuando hemos estado de vacaciones, pero a la de aquí nunca venimos porque en verano siempre estábamos trabajando", indica.

El matrimonio se va de Quintes dejando una huella importante, como quedó demostrado hace tan solo unos días cuando la directiva de la Sociedad Cultura y Recreativa Clarín quiso tener un reconocimiento con ellos durante la presentación de las jornadas de la llámpara. "No nos lo esperábamos para nada, fue toda una sorpresa. Hay restaurantes como Casa Kilo o Casa Koty que llevan mucho más tiempo que nosotros, nos alegró mucho el detalle que tuvieron", agradece Rodríguez.

Estas han sido, por tanto, sus últimas jornadas gastronómicas.

Y no han sido para nada tranquilas. "Este año es una barbaridad la cantidad de llamadas que recibimos. Dos semanas antes de que empezasen las jornadas ya teníamos reservas y muchos clientes tuvieron que quedarse fuera, algunos de ellos de esos que llevan viniendo toda la vida. Fue exagerado, pero no teníamos ya dónde poner mesas. Siempre vendimos mucho, pero nunca tanto como en esta ocasión", reconoce Fernández, encargada de la cocina y gracias a cuyas manos el restaurante ha ganado una gran reputación tanto dentro como fuera de Villaviciosa.

Rubén Rodríguez y Magdalena Fernández se van a disfrutar de su jubilación, pero el restaurante Castañón no desaparece. Una vecina de la zona se hará cargo a partir de ahora del negocio. "Nosotros lo dejamos todo como está, luego ella decidirá si quiere cambiar algo. El restaurante estará cerrado unos días y su intención es abrir a primeros de julio", explican. Empezará entonces una nueva etapa para uno de los restaurantes con más solera de Les Mariñes. "Esperemos que todo vaya muy bien", desean.