"Probe portalín de piedra"

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Luis Rivaya

Luis Rivaya

Tengo pocas ganas de cantar y sin embargo… "esta noche es Nochebuena y mañana Navidad…". Al atardecer de hoy domingo llegará (y cantaremos), ese villancico titulado "Noche de Paz" que en este 2023 no será tal ya que en Belén de Judá, en ese lugar del mundo, se encuentran en guerra y en pleno conflicto israelíes y palestinos. Paradójicamente me pregunto: ¿Cómo puede el ser humano ser tan inhumano? ¿Cómo se puede estar acabando con las vidas de tantos niños, hombres y mujeres que también son seres humanos?

Pues así está el mundo en el que vivimos y prácticamente desde que empezó a girar. Se conoce que no tenemos bastante con los desastres naturales, con las enfermedades y pandemias, con los accidentes y desgracias fortuitas que se producen diariamente etc. porque además tenemos que tener disputas, altercados, enfrentamientos de todo tipo y hasta masacres de estudiantes y docentes como las de Estados Unidos o, sin ir más lejos, como la de hace cuarenta y ocho horas en Chekia.  También y por si fuera poco, unas cuantas guerras repartidas por varios rincones del planeta Tierra.

A nivel mundial llegado el tiempo de Navidad se produce una especie de “parón”, algo así como una llamada a la calma o un alto en el camino. Pero no debemos engañarnos porque la ambición del ser humano no tiene límites y a la hora de la verdad es capaz de pasar por encima de todo aunque bajo sus pies queden muerte, llanto y sufrimiento.

Desde niño siempre esperaba que llegaran estas fechas y daba lo mismo que viviese en Oviedo, en León o en Madrid. Mi madre se encargaba de tenernos más unidos que nunca a los cuatro hermanos y a falta de dos semanas para la Nochebuena ya empezaba en casa algo mágico que se llamaba Navidad. Había que poner el nacimiento e ir con el ‘seiscientos’ de papá al campo para traer el musgo y el “múerdago” (algo que nunca entendí por qué), y salir de compras para llevar a casa “corcho” para las montañas del belén y “serrín” para los caminos que años después sustituimos por unos saquitos de “Pedramol” que se vendían en las tiendas de ultramarinos y que era con lo que se limpiaban las cocinas de hierro atizadas por el temido “carbón” que nos podían traer los Reyes Magos si no habíamos sido buenos durante el año.

Los preparativos navideños en casa se remataban con nuestras primeras experiencias en la colocación del “árbol” (un pino o un abeto), que nuestros padres compraban en algún mercado callejero. Mis tres hermanas y yo poníamos todo el mimo y cuidado con aquellas frágiles y coloridas “bolas” de finísimo cristal que siempre sufrían “bajas” porque algunas, daba la sensación de que se rompían en mil añicos con sólo mirarlas. En esa tarea el paterfamilias no intervenía ya que su labor era ambientar musicalmente la casa con el tocadiscos y aquellos discos EP que giraban en el “microsurco” a 45 r.p.m. y que contenían cuatro canciones (dos villancicos por cada cara).

Estas fechas de Navidad también me llevan a reflexionar sobre el paso del tiempo. Faltan nuestros padres y nuestros abuelos así como muchos familiares y amigos a quienes nos gustaría tener presentes en una noche como la de hoy. Su ausencia la disimulamos de alguna manera amparados en esas cuatro palabras que definen la realidad del momento: “Es ley de vida”…

Aunque en la actualidad tengo la sensación de que cada vez somos menos los que amamos estas fiestas y celebraciones (que para mí tienen un sentido cristiano), no estoy dispuesto ni pienso renunciar a ellas. Son fiestas de alegría, ilusión y esperanza aunque y como suele pasar, algún cuñado te saque de quicio en algún momento. Hay que estar contentos pues nace el niño Dios “en el portalin de piedra” como empezó a cantarnos Víctor Manuel allá por 1969 y tenemos la suerte de que cincuenta y cuatro años después Víctor sigue cantando por nuestra Asturias y el niño Dios sigue y a pesar de todo, no se aparta de nosotros.

Estoy plenamente convencido de que por mucho que evolucionen los tiempos no voy a bajarme del tren de la Navidad que es uno de los momentos más bonitos y felices del año. Sin embargo también pienso en todas esas personas que viven aterrorizadas e inmersas en ese proceso de guerra que hay entre Israel y Gaza. También, en las familias que han perdido a alguno de sus miembros recientemente.

A propósito de esto último apenas han pasado cinco días desde que me llegó la triste noticia del fallecimiento de un buen amigo con quién compartí historias de video, paisaje sidrero y música ligera desde mediados de los años noventa. Se llamaba Vicente Riego. Un hombre de Cabranes (“Con N naturalmente”), conocido en toda la Comarca de la Sidra por su forma de ser y por su solidaridad además de por llevar su amor a la música en todas las conversaciones en que participaba.

Todos saben que siempre que se menciona la palabra ‘destino’ es por algún motivo grave y muy concreto ante algo que ha sucedido. Y el destino quiso que mi despedida de Vicente, el hombre que era vocalista de una orquesta cuando apenas contaba veinte años, se produjera como se produjo pues hacía tiempo que no nos veíamos hasta el pasado día 8 en el Teatro Riera. Al término del Festival de Navidad apareció Vicente Riego por el escenario cuando ya me disponía a abandonarlo y nos emplazamos para el viernes 22 día del sorteo de la lotería.

Habíamos grabado un montón de canciones de varios intérpretes porque él quería que su música perdurase en el tiempo con temas de Antonio Machín y muy especialmente del valenciano Nino Bravo por quien tenía una especial admiración. Vicente Riego dio cuanto tenía grabando conmigo aquél éxito titulado “Noelia” que, justo en el último y desgarrador grito, no salió todo lo bien que él esperaba. Para mí como “técnico” sólo cabía una opción: repetir la canción y grabarla de nuevo. Pero Vicente era muy cabezón y no tenía claro que le volviese a salir tan bien como le había salido todo hasta ese “Noelia” final… Y como siempre y sin enfadarse, terminó justificando su ‘gallo’ echándome a mí la culpa y haciéndome responsable para que arreglase aquél entuerto.

Como les decía este pasado viernes 22 habíamos quedado en mi estudio de San Martin del Mar para solucionarlo de una vez y de paso tomarnos algo para celebrar la Navidad. Pero el destino quiso que Vicente Riego nos dejase mientras dormía tres días antes y precisamente el martes 19 de diciembre en el que TVE emitió el programa “Lazos de Sangre” dedicado a Nino Bravo en el que lógicamente no pudo faltar su interpretación del tema “Noelia” con música y arreglos de Augusto Algueró y letra de Antonio Guijarro.Lástima que el bueno de Vicente Riego ya no esté. Seguro que hoy cantaría más de un villancico o por los menos aquellos “Angelitos negros” que bordaba.

Y ¿cómo pasan la Navidad los “sin techo” o aquellos que no tienen nada? Es tiempo de acercarse a otros seres humanos a quien la vida, por unas u otras circunstancias, no les ha sonreído como a muchos de nosotros. En estas entrañables fechas existen organizaciones como Cáritas, Cruz Roja, Mensajeros de la Paz del Padre Ángel, La Cocina Económica y el Banco de Alimentos que colaboró con nosotros al acoger a las familias ucranianas que se vuelcan y desviven en comidas y cenas solidarias para esta noche de paz y amor a fin de que todo sea un poco más fácil (aunque sea con una simple cena), para todas las personas vulnerables.

Si miramos nuevamente hacia aquél portalin de piedra nos daremos cuenta de que -y por decirlo de alguna manera- también María y José eran otros “sin techo” cuando llegaron a Belén estando a punto de nacer Jesús. De aquella no existía el cartón ni los espacios de cajeros bancarios para protegerse del frío. Según nos contaron fueron un buey y una mula quienes aportaron el calor en aquél viejo establo donde se produjo el alumbramiento y supongo que tras la anunciación del nacimiento del hijo de Dios fueron los pastores, pescadores, lavanderas… o el molinero, el panadero y las hilanderas quienes se encargaron de llevarles la leche, alimentos y ropa para esos primeros días antes de la llegada de los magos y de su partida hacia Egipto huyendo del rey Herodes.

En definitiva poco más o menos como ocurre hoy veintiún siglos después, es decir, huyendo de las huestes israelíes hacia el sur por la franja de Gaza. Lo malo es que el viejo establo, el probe portalin de piedra, sigue a merced de los ataques y bombardeos de una contienda que sigue viva y encendida. Parece que a todos se nos ha olvidado el mensaje que los seres humanos recibimos en aquella primera nochebuena de la historia: “Gloria a Dios y Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

La historia se repite año tras año y dudo de que exista buena voluntad en los tiempos actuales pero, en cualquier caso, les deseo de corazón que sean felices esta noche y que si tienen posibilidad, reflexionen aunque tan sólo sea por un instante.