Palabras y conceptos (II)

Pilar Tuero

Pilar Tuero

Ahora que este mes cruel llamado febrero ha llegado podríamos poner en práctica esa palabra tan corta como eficaz para el pueblo danés: Hygge.

Según los expertos esas cinco letras significan estar a gusto solo o con compañía en un ambiente acogedor, normalmente en casa o en sitios coquetos donde la gente se permite hacer lo que buenamente le apetezca, sea tomarse un té, leer poemas o deleitarse con un chocolate con roscos de canela.

En español hay que decirlo con tres frases, en danés con una palabra corta vale.

Los españoles somos más voceros de chigre que almas de susurros a la luz de las velas. Más de ir de compras en alegre alboroto que estar con una novela y una manta en un chaise longe.

Nosotros bajamos las persianas a cal y canto para que no salga el calor, los daneses no tienen persianas ni cortinas; nosotros cogemos el coche a la primera de cambio, los daneses van a todos los sitios en bici, independientemente del frío de haga. Mayores, pequeños y mascotas desafían la nieve y el viento con una sonrisa congelada en su rostro feliz.

Nuestra cultura es más de puertas afuera que de recogimiento y habitaciones con luz tenue. Cocinamos en casa potajes que perfuman la escalera pero no solemos utilizar palitos o difusores de aceites de aromaterapia. Cada país tiene sus costumbres y la falta de luz en los países nórdicos hace que los sufridos ciudadanos busquen en su hogar lo que no pueden tener fuera.

Pero por si acaso el hygge funciona, voy a hacer acopio de churros congelados, de lamparitas mínimas y de palitos de limón y comprar unas sabanas color lavanda para que las heladas, la vuelta al trabajo y la falta de alegres luces callejeras no desmorone los buenos propósitos del ya tan lejano uno de enero.

Y sin que siente precedente, cambiar la sidrina por vino caliente con especias.

Pero solo hasta que llegue la primavera.