Oviedo, Marcos PALICIO

Para construir el futuro hacen falta otros cimientos. El negocio de la edificación en Asturias pide ladrillos mejores y más limpios, armas para corregir el déficit de desarrollo tecnológico, de innovación y de eficiencia energética que lastima al sector en estos momentos de zozobra posterior al gran «boom» inmobiliario del comienzo del siglo. En esas enfermedades se condensa, a grandes trazos, el diagnóstico que la asociación Compromiso Asturias XXI ha elaborado sobre las perspectivas de la industria de la construcción en el Principado. Es éste uno de los nueve «sectores con futuro para Asturias» que la plataforma de profesionales asturianos residentes fuera de la región ha identificado en su más reciente proyecto de aportación de ideas para mejorar el porvenir de la comunidad y uno de los que propone regenerar en profundidad.

Para orientarse sin bola de cristal, el colectivo se ha fabricado una brújula que cuando apunta hacia la construcción detecta que esta actividad creará futuro en Asturias si se cimienta sobre dos premisas básicas. El ladrillo enviará buenas vibraciones, constata el documento de trabajo presentado esta semana por Compromiso Asturias XXI, sólo si decide reorientar la apuesta hacia edificios cada vez más respetuosos con el medio ambiente y articular decididamente estrategias que mejoren la productividad y la calidad, que disminuyan los precios y los plazos a través de la elevación de «los procesos de industrialización de la construcción».

Parte el examen de la certeza de que el negocio de la construcción «no ha conseguido alcanzar hasta ahora un desarrollo tecnológico equivalente» al «papel económico determinante» que se le ha asignado en el mundo occidental. Es la actividad que emplea a más personas en la Unión Europea -unos 25 millones- y contribuye con un 10,4 por ciento a su Producto Interior Bruto -el 12,8 en Asturias-, pero «ha evolucionado menos que otros sectores industriales y menos de lo que le correspondería por su peso en la economía», afirma el texto antes de proponer sus soluciones.

La primera exige construir ahorrando energía, realizar un ajuste que se define «duro» por la preponderancia del sector en la actividad económica, pero también porque la construcción parte en este ámbito, constata el estudio, de «una situación bastante deficiente, por lo que sus oportunidades para mejorar son elevadas». Mejorar es reducir el consumo energético y las emisiones de CO2 en los edificios y la pregunta sobre el cómo se responde con diversas estrategias, entre ellas la aplicación de las nuevas tecnologías para rebajar consumos, los cambios en los diseños de estructuras, fachadas o cubiertas, el perfeccionamiento de los materiales de aislamiento o acristalamiento o la integración en los edificios de nuevas fórmulas de generación energética. El objetivo final es una escalera con tres peldaños en el que el primero reduce el consumo de energía de los inmuebles, el segundo consigue que éstos cubran sus propias necesidades energéticas y el tercero crea edificaciones capaces de suministrar energía.

En paralelo a estas cuestiones medioambientales, Compromiso Asturias XXI plantea una nueva mirada hacia el negocio de la construcción fundamentada en la introducción de criterios de industrialización. Se trata de edificar empleando las herramientas que ofrece el desarrollo tecnológico y reduciendo el retraso que en este aspecto sigue lastrando a España. Es apostar por estructuras en tres dimensiones que se puedan ensamblar -ya sea en fábrica o en el solar donde se levantará el inmueble-, por el uso de nuevos materiales, sobre todo el acero, que faciliten ese montaje o la adaptación de los diseños a la construcción modular. Para que se entienda, Compromiso Asturias XXI ofrece algún ejemplo «extremo» como las viviendas que en Suecia «se terminan completamente en fábrica, a excepción de las cubiertas», o las 70.000 casas que el fabricante de automóviles Toyota pretende producir en Japón este año «en líneas de montaje similares a las de los coches».

A la asociación no se le escapan los obstáculos que tiene este camino trazado hacia el futuro de la construcción en Asturias. El sector es por definición, dice el texto, grande, disperso y conservador, por lo que el éxito de todas estas tareas exige una «agrupación de agentes» en la que figuran las empresas, sí, pero también las instituciones o las administraciones. A la Universidad, las asociaciones empresariales o las cámaras de comercio competería el fomento de la formación e investigación sobre las nuevas tecnologías; a las administraciones públicas, la adaptación de la normativa a todas estas «nuevas exigencias y soluciones».