«No podíamos prever que algo así podía a ocurrir». Al portavoz de la Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas (Cepesma), Luis Laria, se le llenaban ayer los ojos de lágrimas al comprobar en qué se había convertido, por la fuerza de las olas, la planta baja del Museo del Calamar Gigante de Luarca: un lugar con cables colgando y paredes hechas añicos. Las instalaciones, abiertas al público hace menos de cuatro meses, se llevaron la peor parte de cuantos destrozos se registraron ayer en el occidente asturiano a causa del temporal que azotó la costa con especial intensidad.

El Cantábrico amaneció ayer con fuerza ante Luarca. Mientras, a primera hora, los pescadores se afanaban en amarrar bien sus embarcaciones más ligeras, en el Cepesma se vivían momentos de angustia. La fuerza de las olas y la coincidencia de una marea grande con un temporal de viento dejaron su huella en el Museo del Calamar Gigante, ubicado en el muelle nuevo y que alberga una exposición única en el mundo. El personal de Cepesma se había afanado tres días antes en recoger los enseres más valiosos de la planta baja del museo, pero no imaginaron que el agua podía llegar tan lejos a pesar de los malos pronósticos. La fachada de las instalaciones ya había sufrido desperfectos a causa del pasado temporal de lluvias y viento, pero la altura de las olas, en esta ocasión, acabó con todo. Los daños son «cuantiosos», según Laria, y difíciles de estimar. La fuerza del agua deshizo la planta baja, donde se encuentran la recepción del museo, una sala polivalente y los aseos públicos.

A última hora de la tarde de ayer se temía por el destino de los famosos calamares gigantes, que se encuentran expuestos en la primera planta. Aunque la pleamar y la fuerza de las olas volvió a repetirse a las seis de la tarde, los efectos no fueron tan desastrosos como a primera hora de la mañana, cuando la carretera del faro de Luarca permaneció cortada durante un tiempo al desbordarse el agua del muelle.

El Ayuntamiento valdesano solicitará la reparación inmediata de los daños del museo y una solución para el edificio a la Dirección General de Puertos, propietaria de las instalaciones sobre las que el Consistorio tiene una autorización de uso.

El museo se inauguró el pasado agosto y se ha convertido en un referente turístico para Luarca. Pero la dicha duró poco tiempo. Los marineros ya habían advertido de la necesidad de mejorar la seguridad de las instalaciones, que se encuentran anexas a los almacenes de la Cofradía. Cepesma, que es propietaria de la colección de calamares gigantes más grande del mundo, ya los expuso en otros tres inmuebles hasta encontrar esta «casa» que ayer destrozaron las olas.