Oviedo, J. A. O.

La declaración sobre la libertad religiosa («dignitatis humanae»), ampliamente trabajada en la cuarta sesión del Vaticano II, a la que asistió Gabino Díaz Merchán, fue «la más azarosa y discutida» del Concilio, subrayó ayer el obispo emérito durante la lección inaugural del curso en el Seminario de Oviedo. Y es que «el tema era muy importante para toda la Iglesia católica, tanto para los países en los que todavía se perseguía a muerte a los cristianos como para aquellas regiones del mundo donde la Iglesia ha adquirido una especial vinculación con el Estado, como fue el caso de España a lo largo de los siglos», aseveró el prelado.

Según recordó Díaz Merchán, que vivió el debate en primera persona, la libertad religiosa ya había sido tratada en pastorales y conferencias por algunos obispos españoles en aquel verano de 1965, considerando que era doctrina de la Iglesia considerar el Estado confesional católico como «la solución más perfecta para las relaciones entre la Iglesia y los estados». Sin embargo, según avanzaba el Vaticano II, la mayoría se iba decantando cada vez más por el documento que propugnaba la libertad religiosa. «El texto definitivo fue aprobado finalmente por 2.308 votos a favor y 70 en contra. No hubo abstenciones ni votos nulos», reseñó el obispo emérito.

«Es de justicia destacar que el Episcopado español en pleno acató la decisión conciliar, ratificada por Pablo VI, con ejemplar aceptación del Magisterio de la Iglesia», alabó Díaz Merchán, quien, en el plano personal, asegura que se sintió «muy reconfortado con ese testimonio, que acompañó siempre a los obispos españoles».

En el plano político de la España de la década de los sesenta, bajo la dictadura franquista, la declaración sobre la libertad religiosa y el posicionamiento de los obispos suponía, a juicio del obispo emérito, «un reto específico para comprender la transición política, que la inmensa mayoría del pueblo español veía inminente y necesaria».