La vida sindical de Julio Carretero ha estado marcada por la intensidad desde sus mismos comienzos. Ahora, con 47 años y mucha vida por delante, es el candidato mejor colocado para suceder a José Ángel Fernández Villa al frente del sindicato minero (SOMA), aunque el proceso se alargará al menos dos meses, mientras se cumple toda la liturgia congresual sindicalista. El que la mayoría de fuentes sindicales señala sin dudar como heredero preferente comenzó su andadura como empleado de UGT. Ejercía de administrativo, aunque pronto accedió a cargos de relevancia, al tiempo que sus ideales caminaban más cercanos a la línea de los del Sindicato de Mineros Obreros de Asturias. Si la ruta que diseñó Villa se cumple, Carretero culminará su carrera poniéndose al frente de los mineros de Asturias. Siendo trabajador de UGT, Carretero consiguió hacerse con la secretaría general del sindicato en Siero y, más adelante, en 1998, también con la dirección comarcal en Siero-Piloña. La dualidad de sus funciones no sentaba bien en algunos sectores de la Unión General de Trabajadores y desde la cúpula se forzó un cambio de estatutos, una medida «anti Carretero», que lo apartó del frente local en Siero, aunque no del comarcal, un puesto más institucional que sindical.

No sin disgusto por la jugada, Carretero se sintió libre para acercarse aun más al SOMA y acceder también a un puesto de trabajo en La Camocha. No en el pozo, sino de administrativo, un lugar que cuando cerró la explotación ocupó en el pozo Nicolasa. En la central minera encontró un lugar a su medida, aunque después decidiría dar el salto a la política de la mano del PSOE, en su concejo de cuna, Siero. Siempre tuvo claro que antes del partido estaba la lucha sindical, y por eso no dudó en plantar cara a la FSA cuando se desató la guerra por la sucesión en la Alcaldía de Juan José Corrales, tras su accidente en Comadres en una rotonda, con positivo por alcoholemia incluido.

El PSOE de Siero no quería a Carretero como alcalde, a pesar de que era el número dos en la lista, previo acuerdo entre las corrientes internas de los socialistas allí. Y se armó un follón tal que terminó con el sindicalista expulsado del partido y los socialistas sin la Alcaldía tras el «caso de la rotonda».

Dicen sus cercanos que Carretero tiene retranca de sindicalista y que es «un buen tipo». Buscar dialogar y no imponer, pero esto no debe confundirse con candidez. Es un orador brillante, un encantador de serpientes que sabe decir lo que cada uno quiere escuchar. «Muy listo», cuentan los que le han tratado de cerca.

Alguien, Julio Carretero, que ha sabido esperar su momento con prudencia. Tanta, que si no remata la jugada de liderar el SOMA se habrá colgado el sambenito de eterno aspirante. Desde dentro del sindicato minero apelan a esa discreción como un valor a los ojos de Villa, devorador de colaboradores, pero que nunca ha dudado de la fidelidad de Carretero. En sus numerosos amagos de abandono, a Villa no le faltaron los que saltaban raudos a por su silla. «José Ángel, aquí estoy para lo que sea». Y eso no gustaba al «tigre», que nunca escuchó ni detectó en Carretero una brizna de ambición mal entendida.