Para volar no hace falta ser un pájaro, sólo se necesitan alas, destreza y una buena dosis de coraje. Con esos ingredientes, aliñados con muchas horas de preparación, el gijonés Manuel Ángel Martínez Cernuda se arrojó al vacío para convertirse en la primera persona en realizar un salto BASE con traje de alas desde el Picu Urriellu, una hazaña que tuvo lugar el pasado viernes día 30 de agosto y que pasará a formar parte de la historia de la montaña más emblemática de Asturias. El vuelo se efectuó desde una pared de la cara oeste de la mole, a unos 40 metros de la cima -que se eleva hasta los 2.519 de altura- y tuvo una duración de quince segundos a una velocidad superior a los 150 kilómetros por hora, un salto que le ha servido a Manuel Ángel Martínez, de 33 años, para cumplir un sueño. «Lo tenía en mente desde hace tiempo y lo he conseguido. Nunca nadie había volado en Asturias con traje de alas saltando desde una pared y menos desde el Picu Urriellu, todo un símbolo del Principado», explica este deportista que lleva varios años preparándose para ser bombero.

Los saltos BASE -un acrónimo que en inglés hace referencia a las cuatro plataformas desde las que saltan los deportistas que practican esta modalidad: «Building» (edificios) «Antenna» (chimeneas o torres de tendido eléctrico también entran en esta categoría) «Span» (vanos de puentes) «Earth» (precipicios, montañas o formaciones naturales)- están considerados como extremos dentro de los deportes extremos. Desde el Naranjo de Bulnes ya habían saltado anteriormente otros deportistas expertos en caída libre, aunque ninguno lo hizo con un traje de alas. «Me parece que lo han hecho cinco o seis personas, pero todos se tiraron sin traje y sólo con el paracaídas. Además, el punto desde el que salté es una salida abierta por mí misma, nadie la había utilizado», señala el gijonés, al que le cuesta describir con palabras sus sensaciones. «Creo que es lo más fuerte que puede experimentar un ser humano. Se trata de volar, literalmente», asegura.

La aventura comenzó el jueves 29 de agosto. «Subimos hasta el refugio del Urriellu para dormir allí e iniciar la ascensión bien temprano por la mañana», relata Manuel Ángel Martínez. Al día siguiente, tras dos horas de escalada, él y sus compañeros de cordada llegaron a la cumbre. «Una vez allí elegí el sitio que yo creía que era el mejor. Siempre hay que estar muy seguro cuando vas a hacer un salto y tomar todas las preocupaciones porque esto no es balonmano. Si cometes un error lo pagas con la vida», detalla el gijonés. La pared que escogió es «positiva», es decir, «que tiene barriga» y no es totalmente vertical. «Para tirarse desde ahí se necesita un traje con alas, no puedes dejarte caer a plomo», explica.

Hacía buen día, todo estaba preparado y había llegado el momento. «Manu», como es conocido en su entorno cercano, dio un paso adelante y se lanzó a la aventura. «El paisaje de los saltos BASE alpinos es espectacular y en el momento del salto todo es concentración y conexión con la montaña», reitera el deportista, que voló hacia la zona del refugio situado al pie de la montaña, en la Vega de Urriellu, para aterrizar con el paracaídas en sus inmediaciones. Durante el trayecto sobrevoló la vía de escalada conocida como «Mediterránea».

Para llegar a efectuar saltos como el de «Manu» hacen falta muchas horas de entrenamiento e ir superando una serie de etapas necesarias para adquirir experiencia. El gijonés no lleva mucho tiempo en este deporte, pero se lo ha tomado a pecho. «Comencé en el 2011 a hacer paracaidismo y en 2012 me pasé al salto BASE. Fue rápido, pero intenso», asegura el asturiano, que anteriormente ya había hecho sus pinitos como escalador. «Hice un curso acelerado de caída libre en Madrid y además tengo más de 300 saltos acumulados en paracaídas». Además, «también hice algunos saltos BASE sin alas y muchos con ellas desde un avión para coger más experiencia», explica.

Por otro lado, el asturiano ha saltado desde montañas y acantilados de Noruega, Portugal, Italia o Suiza. «Esto sólo puede hacerlo gente preparada y siempre hay que volar por debajo de tus posibilidades. No es ninguna broma», reitera. No en vano, un accidente mientras practicaba esta disciplina le costó la vida el pasado 23 de agosto al deportista Álvaro Bultó, en Suiza. El mes pasado, sólo en los Alpes, hubo al menos siete víctimas mortales a consecuencia de los saltos BASE.

Tras haber hecho historia en el Urriellu, «Manu» aún no se ha fijado el próximo objetivo. Eso sí, asegura que necesita patrocinadores para seguir adelante. «De esto viven cuatro, ese no es el objetivo, pero sólo practicar este deporte ya es caro y se necesita apoyo», asegura.

El traje que utilizó Manuel Ángel Martínez Cernuda durante su aventura en el Urriellu tiene una superficie de alas «intermedia», pero está esperando otro que le hará llegar más lejos. «Va a venir más o menos en un mes, tiene más superficie alar y me permitirá hacer saltos desde sitios más bajos y llegar a más distancia», señala. El traje se presuriza durante el vuelo. «Le entra el aire a presión por una aberturas que tiene en cada ala de los brazos y en la de las piernas», explica. Para los saltos, como se aprecia en la secuencia de imágenes, también lleva un casco, una cámara para grabarlos y el paracaídas.