Frenar el despilfarro de alimentos, generar menos residuos e impulsar una cultura solidaria de la comida resulta clave en la sociedad europea, donde millones de personas dependen de la caridad para comer a diario. Así lo consideran Marta Fernández de la Cera y Luana Barretto, la primera experta en asuntos agroalimentarios con amplia experiencia en las instituciones europeas y la segunda fundadora en Amsterdam del movimiento "Taste before you waste" (pruébalo antes de tirarlo), iniciativa que recolecta comida a punto de caducar en los supermercados de su barrio.

Y es que la cruzada contra el desperdicio de alimentos, de rabiosa actualidad en los países de la Unión Europea, aterrizó ayer en Asturias de la mano de la asociación Compromiso Asturias XXI, que celebró en Oviedo una jornada dedicada a la alimentación sostenible y el consumo responsable. Tanto De la Cera como Carretto, integrantes de la plataforma de profesionales asturianos en el extranjero, hicieron hincapié en el hecho de que los europeos tiran cada año a la basura la mitad de los alimentos que compran, pese a que en los 28 estados viven 79 millones de personas por debajo del umbral de la pobreza y 16 millones dependen de la caridad.

El Parlamento europeo acaba de aprobar un informe en el que exige medidas urgentes para reducir el desperdicio de comida a la mitad para 2025, la Comisión Europea lanza una campaña para reducir el número de residuos y el Ministerio de Agricultura lleva a cabo otra iniciativa para exprimir al máximo alimentos depositados en neveras y despensas.

Marta Fernández de la Cera, que ha sido representante ante las instituciones europeas del sindicato agrario COAG y de una red de ONG, ofrece una sencilla norma para sacar partido a esa comida que lleva tiempo guardada y genera alguna duda: "Si el alimento huele y sabe bien, puede ser consumido sin problemas", señala. Insiste en la diferencia entre fecha de caducidad y de consumo preferente. "La gente suele confundir ambos términos y no es lo mismo", manifiesta.

También ve con buenos ojos una de las propuestas de los eurodiputados que consiste en diversificar el tamaño de los envases e introducir una asignatura sobre alimentación en los programas escolares.

Luana Carretto se sensibilizó contra el despilfarro alimentario un día mientras veía un documental en televisión con su marido. " Me impactó saber que los supermercados tiraban a diario kilos y kilos de comida que ya no puede ser vendida al día siguiente, a veces simplemente porque su apariencia no es la ideal", recalca.

Como ejemplo gráfico pone las bananas y los pimientos morrones, dos de los productos que pierden pronto sus cualidades estéticas. "Luego los abres y están perfectos". Luana realizó una batida por las tiendas de su barrio y preguntó si era cierto que se tiraban tantos alimentos y si estarían dispuestos a donarlos para que alguien los aprovechara.

Fue la primera sorprendida por la respuesta afirmativa de los comerciantes. "Aún no me he encontrado a nadie que prefiera tirar la comida a dársela a otro", añade. El caso es que la red de "rescate" de alimentos ya ha saltado de Amsterdam a Utrecht. En ambos casos, los alimentos recogidos se donan a organizaciones caritativas. Otra vertiente del trabajo son las cenas que se organizan para mostrar a la gente lo que puede llegar a conseguirse en la cocina con alimentos a punto de ser condenados a la basura. "Lo preparamos todo de forma exquisita y la verdad es que nadie nota ninguna diferencia", explica. Esos ágapes de "Taste before you waste" tuvieron ayer su correlato en una merienda sostenible que disfrutaron los asistentes a la jornada. Los manjares estuvieron preparados por una conocida empresa de "catering" ovetense con productos cedidos por una cadena de supermercados.

Los comensales degustaron vichyssoise con crujiente de puerro, arroz basmati con verduras, tostas de queso con embutidos y un postre de mousse de chocolate y macedonia de frutas, como explicaron Daniel Díaz y David Pérez, encargados de llevar a la práctica los consejos de ahorro y mesura. Al final del festín, los invitados pudieron llevarse a casa un tupperware -de plástico reciclable- con los alimentos sobrantes, para dar ejemplo y no desperdiciar ni una miga.