Muamar el Gadafi tuvo la culpa. El agravamiento de la crisis de Libia impidió que José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno, acudiera a León el 18 de marzo de 2011 para inaugurar la nueva estación de Alta Velocidad de la ciudad en la que creció, se hizo nombre político y tenía previsto retirarse tras salir de la Moncloa. Una flamante terminal de 23 millones de euros que, de paso, permitía erradicar, a escasas semanas de las elecciones municipales y autonómicas, el paso a nivel del barrio de El Crucero, antigua y reiterada reivindicación de la sociedad local. Tanta relevancia daba León a desembarazarse de ese "cinturón de hierro" que el alcalde, el socialista Francisco Fernández, llegó a asegurar que si lograba el objetivo durante su mandato habría que sustituir la estatua de Guzmán El Bueno del centro de la ciudad por una efigie suya.

La cita, de la que hoy se cumplen tres años, estaba marcada en rojo en la agenda del Presidente, que, finalmente, no tuvo más remedio que permanecer en Madrid, donde aquella mañana se entrevistó con el surcoreano Ban Ki-moon, secretario general de la ONU. A Zapatero le sustituyó el ministro de Fomento, José Blanco, aclamado por el entusiasta vecindario cuando, con sus propias manos, retiró las barreras de El Crucero. Pero aquel baño de masas leonés se convirtió de inmediato en ducha de agua helada para las comunicaciones del Principado. La terminal, inaugurada en 2011 para albergar un AVE que no llegará a León hasta finales de 2015, abrió en un "fondo de saco" ferroviario que obliga a los Alvia de Asturias a realizar una maniobra de entrada o salida marcha atrás en la que pierden, como mínimo, veinte minutos.

La estación, en un principio, tenía carácter provisional. Iba a ser sustituida por otra, soterrada, incluida en un ambicioso proyecto que la crisis se llevó por los aires. Como por los aires también volaron las expectativas electorales de los socialistas leoneses, que apenas un par de meses después de acabar con el paso a nivel de El Crucero perdieron la Alcaldía y la Diputación. La terminal amenazaba entonces con hacerse definitiva y con eternizar la demora del Alvia de Asturias.

La construcción de la nueva estación de León fue licitada en 2008 y se construyó sin que nadie alertara de las consecuencias que tenía para el Principado. El Gobierno regional del socialista Vicente Álvarez Areces permaneció mudo y Renfe, por boca de su director general de viajeros, Jesús Urkijo, mintió a los asturianos. El mismo día en el que viajó a Oviedo para anunciar que por "justicia social" la operadora se iba a llevar los Alvia de Asturias a Galicia y Murcia, dejando aquí unos trenes de peores prestaciones, Urkijo garantizó que el retraso por la maniobra leonesa iba a ser de ocho minutos.

El caso es que tres años después de aquella fiesta inaugural, los Alvia de Asturias pierden en León veinte minutos, un retraso con el que Fomento quiere ahora acabar cuanto antes. Para el corto plazo, el departamento que dirige Ana Pastor estudia habilitar un enlace diario de tren sin paradas entre el Principado y Madrid. Más allá, trata de definir un proyecto de integración ferroviaria en el que, por lo que ha trascendido, parece que las preferencias ministeriales apuntan a la recuperación de la antigua estación, que quedó en desuso cuando se abrió la actual, unida al soterramiento del tramo levantado para eliminar El Crucero. El paso de los Alvia volvería a la situación previa a marzo de 2011. La única diferencia estribaría en que los convoyes saldrían y entrarían de León por un tramo bajo tierra de medio kilómetro, situado a la salida de la vieja terminal en dirección a Asturias.