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Los senderos asturianos, por la ruta del abandono

La Federación Asturiana de Montaña advierte de que unos 70 senderos tendrán que ser descatalogados si no se limpia la maleza y se renuevan las señales

Antonio Alba. MARCOS LEÓN

Caminar por los entresijos de la naturaleza es cada vez más difícil en Asturias. La mitad de las sendas que hay señalizadas actualmente en la región deberían ser descatalogadas, según la Federación de Montaña del Principado de Asturias. Su representante, Antonio Alba, afirma que de los 5.483 kilómetros de rutas que hay hoy en el Principado, la mitad, unos 2.700, están en mal estado. La mayoría por deficiencias en el propio camino, señalización defectuosa y falta de limpieza de vegetación. De no ponerle remedio a esta situación, Alba advierte que estos itinerarios se quedarán sin el certificado de calidad que los acredita como seguros.

En estos momentos y atendiendo a la última revisión realizada por el colectivo de montañeros, hay unos 70 senderos de pequeño recorrido en peligro, repartidos por prácticamente toda la región. Los concejos más afectados, no obstante, son Castrillón, Cabrales, Castropol, Cudillero, El Franco, Gozón, Morcín y Riosa. Antonio Alba apunta como responsables de esta desidia a los ayuntamientos y al gobierno autonómico, que después de invertir millones de euros en rutas -sobre todo en la época de mayor esplendor senderista, a partir del 2000- no gastaron nada en su mantenimiento. Y eso en una región que vende el eslogan "paraíso natural" para captar turistas.

Ejemplos de este abandono hay muchos. Está la Senda del Oso, que pese a ser uno de los caminos más prestigiosos del Principado, en todo su recorrido, reina ahora la maleza, la basura y las vallas rotas. Los usuarios de esta ruta, que discurre por los concejos de Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós, llevan años pidiendo un remozado urgente. Aún peor parados salen los senderos de pequeño recorrido. Antonio Alba repasa para LA NUEVA ESPAÑA los siete que están en peores condiciones.

El primero de ellos es la Vuelta a Langreo, de unos 65 kilómetros. Este camino, dividido en diferentes etapas, parte de la parroquia de Ciaño y continúa en dirección al pozo María Luisa. Durante su itinerario, se pueden contemplar multitud de paisajes: desde cimas como El Picaxu, La Peña Villa, El Ciacal, El Rondiz o el Picu Cogollín, de más de mil metros de altitud, hasta bosques de hayas, castaños y robles. Sin embargo, todo eso se queda en el folleto promocional de la ruta. La falta de señalización impide contemplar gran parte de estos parajes. "Te pierdes por todos los sitios. Tal y como la diseñaron, no eres capaz de avanzar", comenta Alba.

Otra senda asturiana engullida por la desidia es la Mariñana de los Molinos, en Villaviciosa y de 11,5 kilómetros. Esta ruta se inicia en Tazones y discurre por Oles y Argüero, para finalizar en la playa Merón. Una vez más, la falta de indicaciones en el camino dificultan al paseante llegar a la meta. El vocal de la Federación Asturiana de Montañismo indica que no hay señales que especifiquen debidamente el trayecto. Eso lleva a muchos caminantes a hacer, sin darse cuenta, la ruta del azabache, que también parte de Tazones. "Las dos sendas se separan a la altura de la capilla de Quintes, sin embargo, no hay ninguna señal que lo explique", protesta Alba, que asegura además que hay tramos que están completamente "comidos" por la maleza.

La senda del castro de San Chuis, en Allande, es otro trazado abandonado. "Hay muchos cruces y la señales están perdidas. Las marcas viales hace más de 20 años que no las pintan. Entonces, para llegar puedes echar fácilmente unas seis horas cuando la ruta no tiene más de diez kilómetros", lamenta Antonio Alba. Atendiendo a su descripción, el itinerario es "muy bonito: pasas por la iglesia de Santa María de Celón y por uno de los robles más grandes de Asturias", agrega.

También la ruta del Pico Miravalles, en Ibias, es intransitable. Antonio Alba dice que la maleza ha acabado completamente con ella. Hasta el punto que muy pocos intentan ya salir desde la parroquia de Tormaleo y lo hacen desde el puerto de Cienfuegos. "La ruta que está supuestamente diseñada no existe; es imposible caminar por ella. Y es una pena por que el paisaje es espectacular. Obtienes una visión increíble de la cordillera Cantábrica", apunta.

La abundante vegetación y la ausencia de señalización ha enterrado también la ruta arqueológica de la Cabruñana, en Grado. Aunque se trata de tan sólo 5 kilómetros, Antonio Alba indica que el caminante no puede llegar a concluir ni el primer kilómetro. Hay dos zonas de su recorrido totalmente cubiertas de maleza. Y eso que desde esta senda se puede disfrutar del paisaje que ofrecen las cuencas del Nalón y el Narcea así como varios espacios de interés arqueológico. Entre ellos, dos necrópolis tumulares, un asentamiento fortificado, la desaparecida malatería de San Lázaro, y el ábside de la antigua iglesia de Santa María Magdalena de Cabruñana.

También en Grado se ubica la ruta del Conde de Coalla, que se inicia en el cruce entre la villa moscona y San Pedro. La deficiente señalización vuelve a dificultar al montañero concluir la caminata. "Cuando llegas a una pista asfaltada, a la altura de la aldea La Condesa, te encuentras con un cruce que no está señalizado", comenta Antonio Alba.

La última de las rutas abandonada es la del Valle del Huerna, en el concejo de Lena. El recorrido se inicia en Campomanes, en el mismo punto donde finaliza 23,9 kilómetros después. La maleza, sin embargo, se apodera de todo su encanto.

Pero al igual que hay sendas en mal estado, las que hay que están en muy buenas condiciones, según valora la Federación de Montaña del Principado de Asturias: No hay posibilidad de pérdida, están cuidadas y la vegetación no obstaculiza el paso. Una de esas rutas "diez" es la de la braña de Mumián, en Somiedo. Antonio Alba afirma que en este concejo todos los itinerarios se conservan en excelente estado. Y ésta en concreto es "maravillosa". El sendero comienza en la braña vaqueira del Llamardal, a la cual se llega tras pasar el pueblo de Caunedo.

La ruta de los gamos del Sueve es otra de las mejores sendas de Asturias. El itinerario comienza en el caserío de Llagüezu, ubicado en el pueblo de Pandiellu de Cabranes, donde finaliza después de realizar 6,5 kilómetros. Se trata de un recorrido circular entorno al Sueve. "Está perfectamente señalizada; hasta un ciego podría caminarla", apunta Alba. En las mismas condiciones está la senda del cartero, ubicada en Ponga, que discurre por la montaña. El caminante puede disfrutar de increíbles vistas aéreas sobre el desfiladero de Los Beyos o el río Sella.

Las sendas del Valle de Anleo, en Navia, Cabo Busto, en Valdés, Os Cortios, en Santa Eulalia de Oscos y Foces del Pino, en Aller, completan el listado de las mejores rutas asturianas. Antonio Alba sostiene que para realizar una ruta con niños la más indicada de todas es la que discurre por el Cabo Busto, que parte desde la localidad valdesana de Busto. "No hay ninguna pérdida, el itinerario está bien indicado", dice Antonio Alba. Durante su recorrido se puede disfrutar de las playas de Cueva y de Bozo, y de un humedal próximo al cabo, que el Principado restauró hace años con el objetivo de devolver su valor como lugar de parada de especies migratorias. La senda concluye, tras disfrutar de los acantilados, en el faro.

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