El profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo, don H. D. Köhler, en LA NUEVA ESPAÑA del domingo 30 de agosto, nos hacía a los lectores un estupendo regalo informativo, en forma de análisis, de la situación de nuestro país, tanto en lo político, como en lo económico e industrial, que en mi modesta opinión no tiene desperdicio.

Cuando vemos la que montan los dos grandes partidos, que hasta ahora desde la transición política han gobernado alternativamente el país, tirándose en cara unos a los otros los fallos gubernamentales y políticas erróneas que han llevado a nuestro país a la situación de paro y deuda estatal insostenible que tenemos, y el empeño que ponen en defender cada uno sus posturas, achacando todos nuestros males a los errores y el mal hacer político de sus adversarios, y luego vemos que personas que se suponen neutrales, y con amplios conocimientos de lo que exponen, nos demuestran con análisis como el de este señor que queda demostrado que en la práctica tanto monta, monta tanto el uno como el otro, no podemos sino reflexionar sobre la cuestión y empezar a pensar como ciudadanos con derecho a voto, que a la hora de depositar nuestra papeleta en las urnas no debemos hacerlo dejándonos llevar de ideologías irreflexivas y sentimientos que nada tienen que ver con la realidad de lo que nos pasa. Pienso que deberemos ser más responsables y no tomarnos este tipo de cosas tan a la ligera. Cuando depositamos nuestro voto a favor de un partido, primero deberíamos analizar si en realidad es merecedor del mismo, basándonos en aquello que promete hacer, y si lo que promete es factible o pura demagogia. De lo contrario, les estaremos firmando un cheque en blanco para hacer con nuestro país lo que les venga en gana, sea por el interés común o por el suyo en particular.

Pienso que los pueblos con larga experiencia democrática, salvo ciertos ciudadanos muy ligados a algún partido por intereses personales y hasta fanatizados, no son tan de piñón fijo como nosotros, y votan en cada momento aquello que creen más conveniente para la situación del país según la coyuntura del momento. Aquí, por el contrario, aún siguen muy vivas las dos Españas, y lejos de tratar de aunar fuerzas para solucionar problemas, cada una tira del carro en distinta dirección hasta conseguir que: o no avance, o que, aún peor, se desintegre, como ya nos pasó en distintas ocasiones.

Sin pretender ofender, pienso que somos un pueblo bastardo, nacido de muchas invasiones foráneas, y consecuencia de ello, nunca llegamos a ponernos de acuerdo para solucionar nuestros problemas comunes y, así nos va.