"Lo pasamos pipa". Una sonrisa enorme se le dibuja en la cara. Dentro de otra, aún más grande, pintada en negro. A juego con las ojeras y una telaraña que ocupa toda su frente. María Jesús Díaz, profesora del colegio Germán Fernández Ramos, no pudo ocultar lo bien que se lo estaba pasando. Ni quiso. A su alrededor, una muchedumbre de pequeños monstruos, vampiros y esqueletos corrían por el patio, arrastrando capas y harapos por la gincana. Pararon un rato, para degustar los manjares del concurso de postres terroríficos en el que "los padres participaron masivamente". Un trozo de tarta con forma de calabaza y a correr otro rato. Hasta que llegaron las canciones y el baile que sirvió de colofón a la fiesta. Aunque el jueves ya había habido alguna fiesta, Halloween tomó ayer las aulas y los patios y la Oviedo se convirtió en un desfile de disfraces.

Igual de terrorífico lució el colegio Poeta Ángel González en el que los niños demostraron su talento para el espectáculo y en el que trabajaron con mucho, los días anteriores, para decorar las instalaciones para la ocasión. Vampiros, calabazas y todo tipo de elementos de pesadilla ocuparon los techos y paredes.

En el Dolores Medio, el castillo hinchable, en cuyas torres asomaban caretas y camisetas deshechas pintadas color rojo sangre, fue el gran protagonista. Le siguieron de cerca la globoflexia y el pintacaras. Y también la actividad de vaciado de calabazas en la que los más pequeños pusieron la ilusión y las ganas y sus padres el manejo de las herramientas para evitar que se produjesen incidentes.

Todo ello con mucha música. "¡Eh! ¡Eh! Esta la conozco", gritaba un niño apuntando al altavoz. "¡Mira que bien!", respondió entre risas Ana Azaovide, presidenta del AMPA, que organizó los festejos. "Les damos una bolsa de chuches y pueden saltar ahí hasta que se fartuquen", resaltó.

Un teatrillo de sombras, que sirvió para ilustrar las voces de los niños más mayores del centro mientras contaban cuentos en inglés, fue el rey de la fiesta en el Veneranda Manzano. La actividad se encuadró, relató Belén Fresno, profesora de sexto, dentro de un programa lector que se ha estado llevando a cabo desde el principios de curso: "Cada niño de sexto apadrina a uno de primero y cada quince días le lee un cuento".

El peso de las celebraciones recayó sobre los departamentos de idiomas pero todos arrimaron el hombro ya que la historia de Halloween va más allá de su implantación en los Estados Unidos. "El samaín: vaciar calabazas, disfrazarse, pedir el aguinaldo... Era de los celtas. En Asturias y en todo el norte se hacía. Luego fueron los irlandeses a Estados Unidos y nos lo devuelven como si fuera de ellos pero en realidad es nuestro", explicó la profesora María Jesús Díaz.