Luanco, Rubén SAMANIEGO

El mago Xuan, natural de Luanco, comenzó en el mundo de la magia cuando tenía 8 años. «Soy de los del famoso juego de Magia Borras». Más tarde fue completando su formación en el mundo mágico a través de libros y de otros juegos. Xuan, como así se hace llamar, es el promotor del I Festival de magia «Villa de Luanco», junto con la organización de la Sociedad Oviedo Mágico y la colaboración del Consistorio gozoniego.

Por arte de magia desfilaron por las calles de Luanco los diferentes magos que amenizaron la tarde del sábado: Nórber, Veli, Julio y José Armas «El Ilusionista». Todos tienen una historia que contar, incluso llegan a decir que «es un estilo de vida», como comenta Xuan.

José Armas «El Ilusionista» recuerda uno de sus primeros trucos: «Me tragaba doce agujas y una bola de hilo y luego las sacaba todas enhebradas». Y entre risas comenta: «En casa me riñeron por hacer este truco, ahora por si acaso ni lo intento».

Entre bambalinas aparece el mago Nórber, el veterano del quinteto mágico. Se considera un profesional de la magia, con muchos espectáculos a su espalda. «El cometido de la magia es entretener, no aburrir». Su especialidad es la «magia de cerca», que consiste en manejar objetos pequeños como cartas, monedas o bolas, que consiguen un gran impacto visual en el espectador.

El mago Veli, procedente de Langreo, es profesor y la magia representa una de sus aficiones. También cuando era pequeño comenzó su afición al mundo mágico, aunque en la Universidad fue una de las épocas en las que más tiempo dedicaba. «Era capaz de hacer desaparecer un vaso o cigarrillos encendidos».

«La magia de cerca» es la especialidad del mago Julio, cuya trayectoria fue autodidacta hasta que entró en contacto con la Sociedad Oviedo Mágico. Con estos cinco magos las calles de Luanco vibraron de ilusión y de magia y muchos niños quedaron impresionados entre palomas blancas, naipes que aparecen y desaparecen, billetes que no se acaban nunca. Así, José Armas «El Ilusionista» consiguió deslumbrar a Anabel Ardura, que se encontraba por allí, con un sencillo truco de magia, utilizando monedas. «Seguro que tenía pegadas las monedas a la palma de la mano y por eso no desaparecían», aventuró sorprendida.

La tarde finalizó con un espectáculo conjunto de los cinco magos en la Casa de Cultura.