J. C. G.

Melchor Álvarez Mon, catedrático de Patología y jefe de oncología del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, no se anduvo ayer por las ramas en su conferencia de La Granda. Nadie como él, que saldó sus estudios de Medicina con 33 matrículas de honor y un sobresaliente, para poner en solfa la metodología que sigue la Universidad en nuestros días. Para Álvarez Mon, a los estudiantes, en la actualidad, «se les transforma en tecnólogos. Nadie se preocupa de que antes entiendan la materia».

El catedrático encandiló al respetable con una conferencia cristalina en cuanto a mensaje y, en ocasiones, jocosa. Álvarez Mon dejó clara su visión de cuál debe ser la esencia de la Universidad. «Debemos recuperar esa tradición de que la Universidad debe buscar la verdad a través de la crítica de la realidad, de cuestionarse cosas. Si no existe ese espíritu a los 18 años, el déficit se arrastra y compromete las aptitudes terapéuticas», indicó el jefe de oncología del Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares.

Álvarez Mon fue gráfico a la hora de describir el método que, en su opinión, se ha extendido entre los aspirantes a médicos. «La calidad se basa en los conocimientos técnicos. Ahora, se aprende buscando en internet, no se invierten horas de trabajo. Pobre del paciente que se ponga en manos de estos futuros médicos, algunos de los cuales obtendrán la licenciatura porque, según los profesores, hay que aprobar a los alumnos por compensación», criticó el catedrático en Medicina.

En su empeño por voltear la formación universitaria actual, Melchor Álvarez Mon tampoco fue benevolente con el sistema de residencias (período de prácticas en hospitales para los licenciados en Medicina). «Cuando yo hice la residencia en el Hospital Puerta de Hierro, salíamos de la Universidad con una bagaje de conocimientos que perfeccionábamos en el hospital. Ahora, ese bagaje se adquiere en el período de residencia que, en realidad, debe servir para aprender el oficio», señaló el catedrático.

Por último, Álvarez Mon abogó por una concepción más humanista de la medicina. «Los médicos no nos dedicamos a fabricar coches. La medicina es un arte y nuestra obligación es comprender la enfermedad, abstraerla en cada paciente y ofrecer un diagnóstico», comentó el médico, que recriminó a un sector de sus colegas la excesiva premura en recetar sin un examen profundo: «Algunos, con un bolígrafo y una receta en la mano, son máquinas de generar gastos».