S. FERNÁNDEZ

El cronista oficial de la villa, Justo Ureña, también es numismático. La pasada semana el erudito local aseguró que iba a donar sus monedas reunidas a lo largo de más de medio siglo al futuro museo de la ciudad. Sin embargo, ahora puntualiza: «Mi colección es modestísima y no dije nada de donarlas. Ofrezco, eso sí, al Ayuntamiento las diez monedas romanas que poseo porque, aparte de ser eso, romanas, fueron halladas en obras o excavaciones que se hicieron en Avilés», comentó Ureña.

La colección de la que habla Ureña cuenta con una decena de ases (monedas del Imperio Romano) de los que tres están repetidos. «Fueron troqueladas en tiempos de Nerón», apostilla el cronista mientras se fotografía con otra pieza de su pequeña muestra. «Son monedas que no valen demasiado: son de bronce o de cobre, pero tienen el plus de ser avilesinas, es decir, que dan fe de que por aquí, por estas tierras, anduvieron romanos en su momento, porque no va a venir un señor decimonónico a tirar una moneda de éstas», comentó.

Justo Ureña se hizo numismático por herencia: «Mi abuela Etelvina Muñiz me regaló una colección de duros de plata de la época de Alfonso XII y Alfonso XIII y a partir de ella empecé a hacerme con mis propias monedas», apuntó el cronista, quien de hecho es socio fundador de la Sociedad Numismática de Avilés.

El tesoro histórico del erudito local -«las monedas documentan el pasado», dijo Ureña- se halló en lugares tan dispares como el subsuelo de la iglesia vieja de Sabugo, en la finca contigua a la actual Oficina de Turismo. «No sé si fue una tinaja o un cofre, pero fue hace muchos años y por eso no me acuerdo. Aparecieron y yo las compré», aseguró.

La colección aumentó con los años. «Algunas temporadas vivía en Tarragona, una ciudad en la que haces un agujero y encuentras todas las monedas que quieras», añadió el cronista. «Lo que me queda por conseguir, a mi edad, está fuera de mi alcance», concluyó.