A. P. GIÓN

La fiscalía pide cuatro años de prisión para un joven acusado de morder a otro en una oreja durante una fiesta en la playa de Salinas (Castrillón) en la madrugada del 23 al 24 de junio de 2009, durante la noche de San Juan. La acusación particular eleva la petición de pena a seis años de cárcel y al pago de una indemnización de unos 25.000 euros a la víctima por las lesiones sufridas. La letrada de la defensa, Sonia Arévalo, solicita la libre absolución de su cliente. El juicio está señalado para esta mañana en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, en Oviedo.

El Ministerio Público sostiene que el acusado, el avilesino J. M. D., se enfrentó de madrugada en dicha playa con J. D. S. T. y en el transcurso de la discusión le propinó un fuerte mordisco en la oreja izquierda, así como diversos golpes en la cara. Como consecuencia de la agresión, la víctima perdió parte del pabellón auricular. Tuvo que someterse a una operación y tardó en recuperarse 93 días, durante los cuales estuvo incapacitado para su trabajo habitual. Siempre según la misma versión, le quedaron como secuelas leves cicatrices y una reducción importante del tamaño en la oreja izquierda.

La fiscalía considera que el avilesino cometió un delito de lesiones del artículo 150 del Código Penal, que castiga al que causa a otra persona la pérdida, inutilidad o deformidad de un órgano o miembro no principal. Además de la pena de prisión, el Ministerio Público solicita que se condene al acusado a indemnizar a la víctima con 4.650 euros por las lesiones causadas y con 12.000 por las secuelas.

La defensa sostiene que el imputado agredió al otro joven para mediar en una pelea con una chica pero subraya que no recuerda nada de la agresión porque estaba muy borracho. El joven asegura que esa noche salió de botellón con otros dos amigos y que tras consumir una botella de ron estuvo en varios locales de copas de Salinas, donde también ingirió bebidas alcohólicas. En un momento de la madrugada, cuando J. M. D. y sus acompañantes caminaban por el paseo de la playa, «observaron como un chico estaba agrediendo a una chica», según el mismo relato. «Sin pensarlo dos veces, el acusado bajó a la arena para socorrer a la chica y evitar que continuara la agresión y se encontró con J. D. S. T., que se dirigió a él portando un vaso o una botella con ademán de agredirle, por lo que J. M. D. no tuvo otro remedio que defenderse», recoge el escrito de calificación de la defensa.

La letrada de la defensa sostiene que su cliente estaba muy borracho por lo que no tiene recuerdo alguno del mordisco en cuestión. Añade que su cliente lo único que intentó fue salvar a la joven de una posible agresión (en el momento de los hechos entre la pareja había en vigor una orden de alejamiento, según Arévalo) y defenderse de la presunta víctima, que «mantenía una actitud hostil y de gran agresividad».