José Alfredo Fernández, abuelo de la niña luanquina Natividad Álvarez, «Nati», aquejada de una enfermedad rara, no ceja en su empeño de encontrar una solución que dé esperanza a la pequeña, de cuatro años. Este conocido hostelero de Luanco se entrevistó ayer con responsables de la consejería de Sanidad para incidir en la necesidad de investigar los trastornos desconocidos como el que sufre su nieta. «La reunión fue muy cordial, y el jefe de gabinete de la consejería, Tácito Suárez, me dijo que se iba a comprometer a ampliar la atención temprana», avanzó José Alfredo Fernández.

La denominada atención temprana es el tratamiento que reciben los niños con dolencias, deficiencias o alteraciones en el desarrollo en los años de su primera infancia. Según José Alfredo Fernández, la atención temprana se centra en el cuidado a menores de hasta tres años con atención especializada en fisioterapia, logopedia y psicología, entre otras especialidades médicas.

«Lo que buscamos las personas con niños en esta situación es que se amplíe esta atención temprana y la Seguridad Social pueda atender también a pequeños de cuatro, cinco y seis años porque de lo contrario las familias tendrían que acudir a centros de pago para tratar a los pequeños», explicó el abuelo de la niña luanquina con una enfermedad rara. Fernández explicó además que el jefe de gabinete de Sanidad se comprometió a que las farmacias puedan recetar un medicamento especial para niños con problemas como los que sufre la pequeña luanquina, que tiene que alimentarse a través de una sonda por el estómago cada dos horas para mantenerse viva.

La familia de Natividad Álvarez lleva cuatro años luchando por sacar adelante a la niña que tiene una enfermedad rara para la que aún no hay diagnóstico. Para ello, José Alfredo Fernández recopila en el primer piso del restaurante que regenta un buen puñado de tapones de plástico. Esos tapones de plástico son enviados periódicamente a una planta de reciclaje que existe en las proximidades de Bilbao y que, posteriormente, con el dinero que se obtiene por cada tonelada de plástico, se destina a la investigación de este tipo de enfermedades catalogadas como raras.

Decenas de vecinos de Luanco y de otras zonas de Asturias han donado varias toneladas de tapones de plástico para ayudar a la pequeña Nati. «Por suerte, no necesitamos dinero, nos basta con la solidaridad de la gente y eso sí, el apoyo de las instituciones», concluyó Fernández.