Avilés o quién sabe si los muelles de la ampliación de El Musel. Uno de los dos será la futura puerta de entrada y salida de las 600.000 toneladas de clínker (un derivado del cemento) y carbón térmico que al año mueve el puerto de Avilés ahora. Esos tráficos están tan en el aire como las repercusiones que puede tener la pretendida implantación de un plan de calidad ambiental que persigue reducir las emisiones de partículas en el entorno de la ría avilesina extremando los controles sobre las operaciones portuarias en las que el viento puede acarrear graves molestias en forma de transporte de polvo y hollín a las poblaciones cercanas a los muelles.

El presidente de la Autoridad Portuaria, Santiago Rodríguez Vega, negó ayer la existencia de riesgo alguno de fuga de tráficos pulverulentos: «He hablado con responsables de las empresas (Tudela Veguín y Endesa) y me aseguran que no tienen intención alguna de irse». No obstante, otros interlocutores consultados por este diario se mantienen en sus trece. «O el Puerto de Avilés flexibiliza la forma en como anunció que implantará el plan ambiental o aquí puede pasar cualquier cosa», expuso un agente consignatario conocedor del malestar de los clientes. Así mismo, las empresas consignatarias siguen pendientes de fijar fecha para reunirse y, entre otros asuntos, debatir las consecuencias que puede tener sobre los costes de las operaciones portuarias la puesta en marcha de nuevas y más duras medidas ambientales.

En el sector de la estiba (la mano de obra de los muelles), mientras tanto, siguen los acontecimientos relacionados con el plan ambiental con tranquilidad no exenta de expectación. «A nosotros no nos consta que de momento vaya a haber fuga de tráficos, de hecho está previsto que dentro de unos días llegue un barco a cargar clínker. Sobre lo que ocurra dentro de un tiempo, no podemos hacer conjeturas», manifestó ayer Felipe Mendoza, el responsable del sindicato Coordinadora, el mayoritario del sector.

La petición que se realiza desde el ámbito empresarial, según la explicó a este diario un interlocutor del sector, pasa por «medir las consecuencias del paso que se pretende dar; creo que todos estamos de acuerdo en que el Puerto tiene que ser un espacio más limpio, pero también hay que ser conscientes de que esto es un área industrial y de que en Avilés tenemos el tipo de tráficos portuarios que tenemos (la mayoría son mercancías pulverulentas)».

En el origen del malestar empresarial -y la razón del órdago de trasladar tráficos a Gijón- están «más las formas que el fondo», en palabras de un consignatario. Es decir, que los afectados por la normativa quisieran más mano izquierda y menos mano dura.