Luanco, Illán GARCÍA

La vieja Casa Consistorial de Luanco tiene los días contados. El edificio, que será derribado esta semana, nació de un proyecto encargado en 1961 por el entonces alcalde Ramón Vega, que inició el procedimiento administrativo para levantar un inmueble que permanecería en uso hasta julio de 2009. Javier Saiz Cabello fue el encargado de diseñar el edificio y las obras fueron ejecutadas por el contratista Ángel Rodríguez González.

En 1965, con Salvador Fernández Suárez como alcalde, la obra estaba casi finalizada, aunque aún le quedan varios retoques hasta su puesta en servicio en el año 1967. Mientras que los trabajos del entonces nuevo Consistorio se iban desarrollando, el actual centro de mayores funcionaba como ayuntamiento. En el salón de Plenos de ese edificio, la Corporación municipal acordó en enero de 1966 dar el nombre de Plaza de la Villa a la nueva zona en la que también se habilitarían zonas verdes. El Ayuntamiento había adquirido esos terrenos denominados huerta de los marañuela a la familia Ferrer Granda.

Ya con todos los trámites casi finiquitados, en julio de 1967, el equipo de Salvador Fernández adjudicó el mobiliario del edificio por 558.437 pesetas a Miguel Bozzo Fajardo, gerente de la Casa Ofida. Tres meses más tarde, en septiembre, el Alcalde solicitó permiso para poder usar el edificio, pese a que estaba sin inaugurar. Dos años después, el 3 de diciembre de 1969, llegó el gran día para el inmueble que ahora será demolido. El entonces ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi, hizo los honores de abrir oficialmente las puertas de la Casa de los gozoniegos durante cuarenta y dos años.

Aquel día, decenas de estudiantes del instituto y la escuela de primaria esperaban la llegada de Garicano Goñi al nuevo Consistorio en la plaza de la Villa. Allí, Salvador Fernández, con el bastón de mando de Alcaldía, entró en el edificio junto al ministro de Gobernación para dar por inaugurado un edificio que ha sido testigo directo del cambio sufrido por Luanco en los últimos años, pasando de ser una villa netamente marinera a depender, casi exclusivamente, de un sector servicios que comenzaba a crecer en los sesenta.