Olaya GONZÁLEZ

Javier Cristobo, doctor en Biología y buceador profesional, es director del Centro Oceanográfico de Gijón. Pero de lo que se siente más orgulloso es de haber participado en siete expediciones a la Antártida, un territorio que apenas ha cambiado desde la creación del planeta debido a la nula acción del ser humano y las casi inexistentes variaciones medioambientales que experimenta con el paso de las estaciones.

En la ponencia que expuso ayer en el Club de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, Cristobo explicó a los asistentes su experiencia personal en el Polo Sur, a la vez que detalló alguna de las especies nuevas que se han descubierto fruto de sus investigaciones. «La Antártida es un mundo que aún está por descubrir, y alberga una amplia variedad de especies por catalogar», apuntó.

Una de sus vías de investigación más importante es la que estudia las sustancias que desprenden ciertos invertebrados como método de defensa. Con el proyecto «Actiquim», científicos españoles estudian los usos que dichos compuestos pueden tener a la hora de curar y prevenir enfermedades. Las características principales de las especies antárticas son su desarrollo lento, su extensa vida y sus grandes dimensiones.

España cuenta con dos importantes bases de operaciones en la Antártida: «Juan Carlos I» y «Gabriel de Castilla». La segunda se encuentra en un entorno inimitable, ya que se ubica en el cráter de un antiguo volcán cubierto por el agua helada del Polo Sur: «Los científicos tenemos que viajar a la Antártida en los meses de verano, ya que si no la climatología y el grosor del hielo imposibilitarían la misión», subrayó. En la zona, la temperatura del agua oscila entre los dos grados positivos y los dos grados negativos, valor aproximado al que el agua del Polo Sur congela. «El agua dulce lo hace a cero grados centígrados, pero allí varía debido a la alta concentración de plancton», explicó.

Asimismo, Cristobo defendió que la técnica más útil para recolectar muestras de los fondos marinos es el buceo: «Es la mejor manera de seleccionar y recoger pruebas más concretas y específicas». El director del Centro Oceanográfico de Gijón mostró al público un vídeo que captura instantes de su travesía por las profundidades.

Pero en la Antártida los peligros acechan a cada paso. «Debido a mi amplia experiencia, me encargo de los temas de seguridad. El protocolo es claro; si entra agua en el traje, si hay malas condiciones meteorológicas o si se avistan animales peligrosos, se aborta la inmersión», puntualiza. Las dos especies animales más letales de la zona son las orcas y las focas leopardo. «Para bucear utilizamos el doble de sistemas de seguridad que los que se pueden necesitar en el Cantábrico, porque son necesarios», concluyó.