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Gozón

Recuerdos enlatados de mujer

Dos ex conserveras relatan cómo era su trabajo en las fábricas, una labor que retrata la exposición pesquera del viejo muelle

Josefina Menéndez, "La Capitana", a la izquierda, y Maruja "De Paula" Fernández . | mara villamuza

"Las que fueron a la fábrica ya casi todas murieron", afirma Josefina Menéndez, "La Capitana", una de las trescientas mujeres del concejo que trabajaron durante años en la industria conservera de Luanco, ya desaparecida y que a día de hoy se recuerda en la exposición permanente de la historia de la pesca en Luanco, que se puede ver en el muelle viejo. "La Capitana" comenzó su labor en Pesquerías Asturianas, una fábrica que inició su actividad en El Gayo en 1921 apoyada por una flotilla propia de vapores pesqueros. Allí también trabajó Maruja "De Paula" Fernández. Ambas comenzaron cuando apenas habían alcanzado la mayoría de edad. Eran conscientes de que era un trabajo duro pero necesario para sacar adelante a su familia mientras sus maridos faenaban en barcos pesqueros.

"De aquella había mucho pescado: bonito, parrocha, bocarte en primavera. El bonito, lo descabezábamos, lo cocíamos, lo empacábamos... y luego se etiquetaba", señala "La Capitana", que relata además que pocos hombres trabajaban en las conserveras. "Estaban para mandar y andaban en las máquinas", explica esta mujer de 90 años, que destaca que solo las mujeres eran las encargadas de realizar el tratamiento del pescado para enlatarlo. El trabajo de Maruja "De Paula" y Menéndez en Pesquerías se desarrolló cuando aún estaban solteras. "Empecé a los 18 y a los 26, cuando me casé, lo dejé y once años después pasé a trabajar en Ferpa, otra conservera", relata "La Capitana". En esa misma conservera trabajó Maruja "de Paula". Ferpa cerró sus puertas en 1969. El sueldo era de 4,20 pesetas al día. "Cobrábamos a la semana y no podíamos dejar de ir a trabajar, yo tenía cinco rapacinos, tenía que ir", afirma Fernández. "Los críos se cuidaban unos a otros mientras trabajábamos", añade a sus 82 años.

La mayoría de las mujeres de Luanco trabajaban en las fábricas. "Y las de las aldeas", apostillan. Las que no eran eran conserveras, dicen, se dedicaban a bordar malla.

Los recuerdos de aquel período son positivos. "Al menos había trabajo, no como ahora", comentan ambas conserveras en el hogar del jubilado donde repasan aquellos tiempos en los que el trabajo "era duro" pero también "había romerías muy buenas los domingos". "Hay veces que ibas a la romería y estabas de guardia por si llegaba algún barco a puerto. Había un altavoz que decía: ¡las del turno cuarto! Y nada, teníamos que volver a la fábrica", explica "La Capitana" sobre una época en la que el pescado era el principal motor económico de la villa luanquina.

Estas mujeres mantienen que el Luanco de aquella época "olía a pescadizo siempre". En la calle y "en las manos de tanto trabajar". Los barcos llegaban a puerto cargados de pescado y decenas de personas se dedicaban también a la recogida del ocle, uno de los sustentos de muchas familias. Maruja Fernández y Josefina Menéndez, también recogieron ocle. "Sacábamos muchos sacos de cherba (denominación que recibe el ocle en Bañugues)", puntualiza Fernández.

Los recuerdos que mantienen frescos en su cabeza tanto "La Capitana" como Maruja "de Paula" se pueden ver en la exposición permanente del muelle viejo en fotografías. Ambas mujeres, antiguas empleadas de las conserveras, están encantadas con esta muestra de ese Luanco cien por ciento marinero. "La verdad es que la exposición está muy guapa, bárbara, tengo que ir más veces", confiesa "La Capitana".

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