Los ricos madrileños ya se bañaban en la playa de Luanco en la década de 1840. La villa marinera era una de los primeros núcleos de veraneantes de toda la costa cantábrica. "En aquella época, los médicos recetaban baños de mar porque eran beneficiosos para la salud y Luanco era uno de esos destinos", explica el investigador Toño Cuervo, para relatar la historia de la playa del cabo la Muerte o también denominada de Luanco. Los veraneantes disfrutaban de los baños mientras que los nativos se dedicaban a las labores tradicionales de entonces, es decir, principalmente, la pesca. "Únicamente, los niños iban a la playa a jugar", relata Cuervo. "Y esto fue así hasta bien entrado el siglo XX", añade el investigador.

Por aquel entonces, la villa marinera tenía unas características especiales. Contaba con dos arenales, La Ribera y la del Cabo la Muerte. Ambas eran de fácil acceso y eran seguras teniendo en cuenta que se hallan en plena bahía. "Ya la prensa madrileña del siglo XIX mencionaba a Luanco como un destino vacacional", señala Toño Cuervo, que muestra a continuación un recorte de 1868 del periódico "La Época" que rezaba: "(...) solo es comparable a la de San Sebastián", refiriéndose al arenal luanquín. Después, enseña otro de "La Iberia" de 1877 en el que dice que la playa del Cabo la Muerte "posee la mejor concha para baños de toda la costa asturiana, es el Biarritz de la provincia". El ilustrado Leopoldo Alas Clarín también escribió en "El día" de 1892 que "Sin ofender al Sardinero (...) comparada con la de Luanco se queda tamañita".

En la misma playa, una fuente con aguas ferruginosas convertía a este arenal en un espacio "con doble efecto curativo" que animaba a los turistas adinerados de Madrid a acercarse a la villa marinera y turística pese a que, por aquel entonces, tardaran dos días de viaje. "Los madrileños venían en tren hasta León y desde León a Luanco lo hacían en coche de caballos y les costaba 300 reales de la época, que era un dineral", explica este investigador luanquín que relata con esta historia los pormenores de uno de los paneles turísticos que se pueden ver en las inmediaciones del campo de la iglesia y que fue colocado el pasado mes de febrero junto a otros cuatro.

En pleno siglo XIX, Luanco era un lugar de veraneo de personajes de alta alcurnia, incluso de la realeza. Hay constancia de la presencia de dos hermanos de Isabel II, Fernando María y María Cristina. "Ese era otro reclamo más para las familias adineradas, codearse con personajes de prestigio y a su vez disfrutar de la belleza natural y urbana mientras descansaban en casas ubicadas junto a la mar", relata el investigador.

La playa del Cabo la Muerte permaneció sin edificaciones hasta 1915, lo que le daba un mayor encanto paisajístico. Ese año fue construido un muro de protección entre la iglesia y la avenida del Gayo. "En los años sucesivos, comenzaban a alquilar casetas en la arena de la playa. Había de dos tipos: las fijas de madera y las móviles de tela", cuenta Cuervo, que indica que a primeros del siglo XX el Ayuntamiento ya cuenta con una ordenanza para el uso de los arenales, las casetas y la fuente. En los años sucesivos, comenzaron las construcciones de chalets en primera línea de playa. Suenan los nombres de García Inés, Caicoya y Landeta, propietarios de las primeras viviendas que empezaron a levantarse hacia el año 1953.

Ocho años más tarde, el Ayuntamiento de Gozón inauguró el bar-playa, que disponía de restaurante comedor, terraza, duchas y guardarropía. Un año más tarde, se construyó un escalón que separó el muro de protección de la arena. "Una mujer, Ángeles Fernández, se dedicaba en los años sesenta a alquilar toldos en plena playa, cada día colocaba y retiraba más de 100 toldos. Los bañistas los alquilaban para reservar espacio en la playa", explica Toño Cuervo, que también se refirió a este arenal como la playa de Oviedo, dado el alto número de veraneantes de la capital asturiana. En 1983, los toldos fueron suprimidos. La última reforma de la playa de Luanco fue en 1995. La obra consistió en la construcción del actual paseo marítimo y en la acumulación de arena extraída del fondo marino por una draga holandesa.

Actualmente, este arenal es como todas pero en la década de los cuarenta del siglo XIX era frecuentada por madrileños ricos.