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La memoria enterrada de Trasona

La investigadora Rosi Rodríguez repasa la historia de la localidad en una visita al cementerio, donde yacen nobles, indianos y obreros de la extinta Ensidesa

Dos panteones vistos desde la capilla del Carmen. RICARDO SOLÍS

Un alcalde de Madrid descansa en el cementerio de Trasona. Se trata de Nicolás de Peñalver y Zamora, conde de Peñalver, uno de los impulsores de la construcción de la Gran Vía madrileña y que dejó su nombre escrito en una de las principales avenidas de la capital. "Falleció en Madrid y su cuerpo vino en tren hasta Asturias. Estaba casado con Socorro Argüelles, natural de Trasona, que era propietaria del Palacio de los Rodríguez León", cuenta Rosi Rodríguez, investigadora de la historia de Trasona. Falleció el 5 de febrero de 1916 en Madrid y dos días más tarde fue enterrado en el cementerio parroquial, construido una década antes. Descansa en uno de los principales panteones del camposanto.

El cementerio de Trasona explica a través de sus nichos, sarcófagos y tumbas la historia de esta parroquia desde finales del siglo XIX. Un sarcófago de la familia Argüelles está ubicado en la margen derecha del pasillo central del camposanto y frente a él se hallan tumbas de algunos de los indianos adinerados de Trasona, como la de Álvaro Alvera, fallecido en 1900, una de las personas que aportó el dinero para la construcción del cementerio. La familia Alvera era propietaria de la casa que hoy ocupa el centro de salud de La Marzaniella y otras ubicadas en sus inmediaciones.

José González y Arturo González son otros indianos adinerados que también descansan en Trasona. "Las tumbas de la entrada del cementerio no existieron hasta después de los años cincuenta. Desde 1947 a 1951 las parcelas estaban gestionadas por Perfecto Rodríguez Fernández, que era el encargado del camposanto ante la ausencia de un cura titular", explica Rosi Rodríguez mientras camina en dirección a la capilla del Carmen.

El templo que preside el cementerio requiere de una reforma interior. El techo presenta humedades. "Se está cayendo", matiza Rodríguez, que ensalza la belleza de la imagen de la Virgen de El Carmen durante la visita. En esa capilla descansa el que fuera párroco de Trasona desde 1950 hasta 2003, Severino Huerga Nuñez, que falleció en 2005. "La capilla merece una restauración en condiciones como homenaje a Severino", resalta Rodríguez.

El cura desaparecido comprobó con sus propios ojos cómo crecía esta parroquia corverana al tiempo que nacía y se desarrollaba la siderurgia en la comarca avilesina. Y con ella, el cementerio también vivió sus cambios. Año tras año, el camposanto sirvió como enterramiento de hombres y mujeres llegados de media España. "En los años sesenta y setenta, los enterramientos se hacían en nichos", explica Rosi Rodríguez. Esos nichos estaban ocupados, principalmente, por obreros y familias vinculadas con la extinta Ensidesa. Algunas voces en Trasona hablan de que el cementerio parroquial requiere una ampliación. "Hay vecinos del pueblo que, por falta de espacio, tuvieron que ser enterrados en La Carriona (Avilés)", concluye Rodríguez.

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