A Nicolás Antonio Cuervo le regalaron un rosario franciscano hace cuatro años, y ese regalo inocente alentó su espíritu coleccionista. Hoy tiene ya más de doscientos, muchos de los cuales los presentó en una exposición coincidiendo con las fiestas de Miranda. "Colecciono medallas, monedas, gallos, planchas antiguas, postales, todo lo que hay escrito sobre el bajo Nalón... Tengo un local en Gutiérrez Herrero donde lo almaceno todo", explica Cuervo, quien no da por cerrada su colección de rosarios: "Espero conseguir más diferentes".

Y no obstante el número de piezas que ya tiene es sorprendente. La mayoría son procedentes del rito católico, pero una de las sorpresas que guarda la exposición de Miranda es que también los hay de otras religiones: musulmanes, hinduístas y budistas, ortodoxos... "El origen viene de los hinduístas, de ahí pasó a los budistas y a los musulmanes. Y las iglesias orientales los usaron, y con los cruzados llegó a occidente, fue entonces cuando el rosario comenzó a extenderse por Europa, especialmente de la mano de Santo Domingo", explica el coleccionista.

Aun dentro de los rosarios católicos existen diferentes variantes. Hay decenarios de diez cuentas, rosarios de dedo y de anillo, otros especiales con 33 y 26 cuentas... El tradicional tiene 50 cuentas divididas en grupos de diez. Los hay, además, de distintos materiales y de diferentes tamaños, incluidos algunos de grandes dimensiones que Cuervo supone procedentes de las paredes de los dormitorios de hace décadas.

Los que más trabajo le costaron a Cuervo conseguir son los rosarios ortodoxos, que están tejidos. Uno se lo hizo específicamente una monja ortodoxa, gracias a la mediación del responsable de la iglesia ortodoxa de Gijón. "Estos rosarios no son tan habituales, normalmente los fieles no los usan", explicó. En cuanto a los musulmanes, tienen o 33 o 99 cuentas, y sirven para recitar los nombres de Dios. Son muy utilizados en esta profesión de fe, igual que los budistas.

En su colección faltan ejemplares anglicanos, que tienen 33 cuentas y escasean, y tampoco tiene ninguno de ramas religiosas de carácter iniciático como los rosacruces. Pero Cuervo no se resigna y confía en seguir añadiendo piezas distintas a su ya destacada recopilación de rosarios.