Mieres del Camino,

C.M. BASTEIRO

La empresa ferroviaria Feve quiere involucrarse en el proyecto del nuevo tren turístico de La Pereda. El director gerente de trenes turísticos de la compañía, José Antonio Rodríguez, ha mantenido un encuentro «muy satisfactorio» con el colectivo que impulsa la recuperación del convoy minero que cubrió la ruta de la mina de La Pereda a Morcín hasta finales de los años 60.

Chus García, miembro de la asociación «Amigos del Tren» y vecino de Loredo, aseguró ayer que «se ha comprometido a colaborar, en el caso de que el proyecto salga adelante». El responsable de Feve, según García, «se ofreció a ayudarnos con los problemas técnicos que pueda encontrar la actuación y nos ofreció material para abaratar costes».

No es el primer apoyo que recibe la iniciativa. El Director del Museo del Ferrocarril de Gijón, Javier Fernández, ha participado en la redacción del anteproyecto que los vecinos quieren entregar a las administraciones. Chus García señaló que «nos congratula que haya gente dispuesta a escucharnos y que la idea esté gustando». Aunque la actuación está lejos de ser una realidad, ya va tomando forma.

Retomar el tren La Pereda-Morcín con fines turísticos supondrá una inversión de tres millones, según el proyecto inicial. La iniciativa también está impulsada por Joaquín Uría, que deja de lado su labor como coordinador de IU de Morcín para ser solo vecino, y Celso Fernández, vecino de Loredo y ex trabajador del departamento de administración de la mina de La Pereda.

El trayecto del convoy no se cambiará. El tren saldrá de La Pereda y terminará su recorrido en La Foz de Morcín, en las inmediaciones del Museo de la Lechería. Los miembros de la asociación «Amigos del Tren» aseguran que su proyecto «generará empleo». «De forma directa, se crearían bastantes puestos y, con el impulso turístico que se dará a la zona, el desarrollo será más que evidente», según señalaron los ideólogos del proyecto.

En su día, el tren minero dio trabajo a cerca de medio centenar de personas. «En cada máquina había tres trabajadores y un buen número de operarios en el lavadero y en los talleres, para reparar los trenes», señaló Joaquín Uría. El convoy empezaba a funcionar a las seis de la mañana, «era el despertador de la comarca», y se mantenía activo «hasta que se terminaba la tarea».