Dos dueños para un solo nicho. Azucena Prieto, una vecina de Columbiello, en Lena, se llevó «uno de los mayores sustos» de su vida hace seis meses, cuando descubrió que el nicho en el que está enterrado su padre en el cementerio del pueblo tiene otro propietario. Lo supo por casualidad, cuando tramitaba una declaración de herederos. Desde entonces, ha intentado deshacer el entuerto pero ni el Arzobispado ni la parroquia de Pola de Lena han podido darle una respuesta tranquilizadora.

«Es lo más surrealista que me ha pasado en la vida, es una situación muy preocupante y no duermo tranquila», explica esta lenense. Su padre falleció el 7 de enero de 1969 y, ese mismo día, la familia adquirió un sepulcro por tres mil pesetas de las de entonces. La parroquia les adjudicó el nicho número 22 y Azucena Prieto guardó la escritura con un plano del camposanto.

No le hizo falta el documento hasta hace seis meses. Dentro de la tramitación de la declaración de herederos, acudió a la parroquia de Pola de Lena para asegurarse de que los nichos de la familia estaban censados correctamente. «Fue entonces cuando el párroco, Orestes Santos, me dijo que el nicho en el que reposa mi padre tiene otro propietario», relata Prieto. Asegura que no conocía al otro dueño y, aunque se puso en contacto con él, prefiere no revelar su identidad porque «al fin y al cabo, es otra víctima de este error».

Azucena Prieto preguntó al párroco por una solución y, según dice, no supo darle una respuesta. Entonces acudió por primera vez al Arzobispado de Oviedo. «Me cogieron los datos, me preguntaron por la historia y yo les di los detalles. Dijeron que me llamarían para decirme algo, pero tampoco me han dado solución», señala la lenense.

Así comenzó la particular odisea de Azucena Prieto, que continuó con más encuentros y desencuentros y que aún no ha encontrado un final feliz. El mayor temor de esta lenense es que haya un nuevo fallecimiento en cualquiera de las dos familias y que al dolor de la pérdida se sume una situación aún más incómoda: «Nadie sabe cuándo puede llegar la muerte y, precisamente por eso, es necesario arreglar esto cuanto antes», explica.

Lleva meses dándole vueltas y ha encontrado una posible explicación. Hace más de una década, la Iglesia amplió el cementerio de Columbiello y Azucena Prieto cree que este malentendido puede estar relacionado con una numeración errónea de las nuevas sepulturas. «De ser así, no entiendo por qué nadie nos lo explica», señala.

De cumplirse la premisa que maneja la lenense, habría un grave problema en el pueblo porque «todos los nichos estarían mal numerados y tendrían dos dueños, por lo que tendríamos que volver a numerar correctamente cada sepultura y volver a escriturar los nichos». Es un trámite por el que está dispuesta a pasar. Solo quiere terminar con este problema que le está quitando el sueño desde hace seis meses.