La noticia del fallecimiento del joven Alberto Díaz, "Beto", sacudió ayer a los mierenses y, en especial, a la zona sur del concejo. Natural de Santullano, el fallecido residía con su novia desde hacía unos años en la cercana localidad de Figaredo. El pasado sábado se despeñó en los Picos de Europa mientras hacía una ruta por la zona de la Corona del Rasu. Tenía 28 años y era un auténtico enamorado de las cumbres y de la escalada: "En cuanto tenía un rato se iba para el monte, hacía salidas constantemente, era su pasión", explicó ayer a este diario uno de sus mejores amigos, abatido por el golpe.

Los familiares y amigos de Alberto Díaz no gastaron ayer demasiadas fuerzas en intentar comprender el fatídico accidente: "Son las cosas de la montaña", apuntaban sus amigos de Santullano: "Él mismo había dicho alguna vez que se podía quedar en las cumbres", recordaba su padre, José Díaz, ex minero del pozo Nicolasa. En su profesión ya le tocó convivir con la tragedia, ya que vivió muy de cerca el fatídico accidente en el que en 1995 perdieron la vida en la citada explotación mierense 14 de sus compañeros.

Alberto Díaz era natural de la localidad de Santullano. Allí vivió gran parte de su vida, compartiendo vivencias con los jóvenes de su generación. El deporte siempre le atrajo. Inicialmente fue el fútbol lo que más le gustaba. Jugó en el equipo de Figaredo y en el Santa Marina. Lo dejó pronto y se centró ya en el montañismo. El fallecido trabajaba de soldador en una empresa ubicada en el polígono de La Cuadriella, en el valle de Turón: "En cuanto salía de trabajar ya estaba pensando en el monte, se iba a correr por cualquier pista", apuntaba ayer un íntimo amigo de la infancia. Alberto Díaz se trasladó hace unos tres años a Figaredo, instalándose con su novia en la urbanización El Chalet.

El cadáver fue velado ayer en el tanatorio de Mieres. Decenas de amigos y allegados arroparon la familia durante toda la jornada. El cuerpo del joven deportista será incinerado a lo largo de la mañana de hoy.