Noreña, Franco TORRE

«Nos dijo que no nos acercásemos, que mantuviésemos la distancia, que estaba esperando un tren». En la tarde noche del lunes, la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón recibió un aviso del 112 que informaba de que un hombre se encontraba sobre un puente de la parroquia sierense de Viella, en lo que parecía ser un intento de suicidio.

De inmediato se desplazaron al lugar tres agentes del cuartel noreñense de la Guardia Civil, Fernando López, David Alonso y Pedro Muñiz, quienes, ya in situ, corroboraron la veracidad de los hechos. Al tratar de acercarse al presunto suicida, que se encontraba subido a una tubería fijada al lateral del puente, los agentes se encontraron con el rechazo del hombre, un vecino de Gijón, quien les informó de que esperaba la llegada de un tren para lanzarse al vacío.

López, que atendió a LA NUEVA ESPAÑA en el cuartel noreñense, señala que el hombre, de 34 años, se encontraba bastante alterado en un primer momento, bebía tragos de una botella de whisky y tomaba pastillas. Al cabo de un rato, un vecino de Colloto que pasaba por el lugar, y que se identificó como médico, ofreció su ayuda a los agentes. «Su colaboración resultó fundamental», afirma Fernando López. El médico comenzó a hablar con el joven, quien le relató unos problemas de carácter profesional como detonante de su tentativa de quitarse la vida. Entre tanto, dos agentes se mantenían junto a ellos, mientras que el tercero se ponía en contacto con el cuartel para informarse de los horarios de paso de los trenes por la zona.

«Él hablaba con el médico, de espaldas a la vía», señala López, «pero al oír el pitido de un tren que se acercaba, se dio la vuelta para lanzarse». Los agentes, advertidos, se dispusieron a cogerle, como también lo hizo el médico.

«Nos costó un poco sujetarle, pero, finalmente, logramos cogerle bien antes de que cayese». El joven fue posteriormente trasladado al Hospital Central.

«Nunca había vivido un caso como este», señala López; «sí que había estado en alguna tentativa de suicidio, pero nunca había visto a nadie tratar de arrojarse al vacío». Los agentes y el ciudadano que les ayudó salvaron la vida del hombre: fueron sus ángeles de la guarda.