En los últimos tiempos, la idea de participar se presenta como panacea para la solución de muchos problemas. Tal vez por influjo de las modas o de otras culturas, ahora, los asuntos se afrontan, discuten y resuelven en comisiones, asambleas, círculos o consejos. En reuniones más o menos transparentes, en las que se debaten y adoptan decisiones que a veces resultan simples y arriesgadas -en parte porque nadie se siente responsable- y al margen de las instituciones. No sólo de las políticas, sino de otras quizá tan importantes: las instituciones culturales, sociales, educativas, deportivas, religiosas o recreativas que funcionan en nuestra zona.

Y para mí, que la autentica participación está en las instituciones. Porque aquí existe una fuerte tradición asociativa que sobrevive gracias al cuidado, esfuerzo y dedicación de mucha gente, que trabajan, actúan con libertad y cuentan con una especie de "sabiduría práctica" y una forma de hacer las cosas que se impone socialmente.